DELTA DEL RIO MACKENZIE, Canadá (AP) - Apenas si se escucha el graznido de las grullas en el silencio del Artico, junto con el suave borboteo de unas burbujas que aparecen por todos lados en el mundo polar.
"En un día tranquilo, uno puede ver 20 burbujas, si no más, en este lago", comentó el investigador canadiense Rob Bowen, acercando su pequeño bote de goma a una de ellas. Si hubiese encendido un fósforo, hubiese provocado una pequeña explosión.
"Esto es metano puro".
Metano puro... Un gas que emerge desde conductos submarinos y que se eleva hacia el cielo, agravando la acumulación de gases que están calentando la atmósfera.
Se sabe que hay enormes cantidades de metano puro atrapadas en la helada capa subterránea del Artico y en el suelo marino, y que si esos gases son liberados, se produciría una catástrofe climática.
¿Se están liberando?
Los científicos dicen que la temperatura del aire en el noroeste de Canadá, en Siberia y en el resto del Artico ha subido más de 2,5 grados centígrados (4,5 Farenheit) desde 1970. El ascenso ha sido mucho más acelerado que en el resto del planeta.
El deshielo durante el verano boreal cala cada vez más profundo, penetrando cuatro centímetros (1,5 pulgadas) adicionales cada año, y es posible que en este siglo las temperaturas suban siete grados centígrados (13 F), según el renombrado Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (PICC) de las Naciones Unidas.
En 2007 se detectó un aumento en la concentración de metano en la atmósfera, originado aparentemente en el norte. Científicos rusos se mostraron alarmados y advirtieron sobre un posible incremento de los gases que producen el efecto invernadero, con consecuencias imprevisibles para la Tierra.
Otros dicen que la filtración de cantidades importantes de metano puede tomar siglos, pero el panorama en Siberia era lo suficientemente inquietante como para que seis laboratorios estadounidenses iniciasen el año pasado una investigación conjunta sobre las filtraciones de metano.
En julio, el director del PICC Rajendra Pachauri le pidió a sus colaboradores que estudiasen "los cambios climáticos abruptos e irreversibles" derivados del derretimiento de la capa helada subterránea.
Esa información la recabarán equipos como el que encabeza Scott Dallimore, que instaló un campamento con carpas a 2.200 kilómetros (1400 millas) del Polo Norte para observar las burbujas en los 25.000 lagos de este vasto delta.
Es un "misterio", según Dallimore.
"Hay muchos elementos que no han sido bien estudiados", señaló. "Hay muchos gases almacenados en los hielos subterráneos y, si está saliendo a la superficie, es importante saberlo y es importante saber cómo evolucionará ese fenómeno".
El permahielo, como se denomina a una capa permanente de hielo que cubre una quinta parte de la superficie terrestre, puede tener una profundidad de 50 a 600 metros (160 a 2.000 pies) en esta región. La capa encierra carbono acumulado durante miles de años.
A medida que se produce el deshielo, estos depósitos se descomponen, atacados por microbios, produciendo dióxido de carbono y, si están en el agua, metano. Ambos son gases de efecto invernadero, pero el metano calienta 10 veces más la atmósfera.
Un grupo de investigadores encabezado por Ted Schuur, de la Universidad de la Florida, llegó a la conclusión el año pasado de que los primeros tres metros (10 pies) de la capa de permahielo contienen más carbono que el que actualmente hay en la atmósfera.
"No es exagerado decir que la superficie de la permahielo, de entre tres y cinco metros, puede derretirse en los próximos 100 años", declaró Schuur por teléfono desde Alaska. "No puede permanecer intacta".
También hay metano en los hidratos, formaciones parecidas al hielo que se encuentran en lo profundo de la Tierra y en el lecho marino, en las que las moléculas de metano están atrapadas en cristales de agua congelada. Si se calientan, el metano escapará.
Dallimore, quien estudia desde hace tiempo a los hidratos como fuentes de energía, cree que la disolución de esas formaciones submarinas podría haber producido unas "colinas" cónicas en el lecho del mar de Beaufort, algunas de las cuales llegan a los 40 metros (100 pies).
Usando robots submarinos, detectó filtraciones de metano en estos sitios. Dado que los mares están creciendo por el calentamiento global, se inunda cada vez más la capa de permahielo, que es expuesta a agua con temperaturas más altas que la del aire.
Las filtraciones de metano que estudian los canadienses en el delta del río Mackenzie, entre islas con pasto, lagos y temperaturas bien por encima de las de congelación en el verano, son hendiduras de unos 10 metros en el lecho del lago.
No está claro el origen exacto del gas --hidratos, descomposición o depósitos de gas natural viejos--, pero el objetivo inmediato de Dallimore es determinar el alcance de las emisiones.
La meta final de las investigaciones es comprobar si los cambios climáticos afectan las emisiones y si están surgiendo filtraciones nuevas.
Los científicos rusos son quienes están más alarmados por el fenómeno, que es particularmente intenso en Siberia.
Investigadores de la Universidad de Alaska y de la Academia de Ciencias Rusa reportaron una saturación "extrema" de metano en la superficie del agua y en el aire. Dijeron que un 10% de la capa de permahielo submarina se había derretido y que había "muchas posibilidades" de que esto libere 50.000 millones de toneladas de metano.
Dependiendo de cuánto gas se disuelva en el mar, esto podría multiplicar varias veces la cantidad de metano que hay en la atmósfera y generar aumentos en la temperatura que según los rusos podrían causar un "calentamiento catastrófico".
Hay quienes dicen que estos son pronósticos alarmistas. El investigador de la Universidad de Estocolmo Orjan Gustafsson señaló que "la comunidad científica está dividida en torno a la velocidad con la que se puede derretir el permahielo".
Sin embargo, no hay duda de que en el norte hay suficiente metano y dióxido de carbono como para causar un cambio abrupto en el clima, aseguró Gustafsson por teléfono desde Suecia.
El principal experto en la capa de permahielo de Canadá, Chris Burn, dice que "todavía hay que hacer muchas observaciones", pero acotó que su equipo comprobó que se percibe un aumento de las temperaturas en la capa de hielo, incluso a 80 metros de profundidad y que se puede producir un desastre si no se controlan las emisiones de gases de invernadero.
"Esto no es una posibilidad remota. Estamos jugando con fuego", afirmó Burn.
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