Notimex | La Jornada On Line
Publicado: 01-12-2008 22:03
México, DF. La poetisa Enriqueta Ochoa (Coahuila, 1928) falleció esta tarde, víctima de una trombosis intestinal, informó su yerno, el también escritor Alejandro Sandoval Avila.
La autora de libros como Las urgencias de un Dios (1950) dejó de existir alrededor de las 16:00 horas, en su casa, donde la acompañaba su única hija, la poetisa Marianne Toussaint.
Sus restos serán velados esta noche en una agencia funeraria de Félix Cuevas y cremados este martes.
"Fue una muerte prácticamente sin dolor. Su salud estaba muy deteriorada pues padecía males cardiacos y renales", explicó Alejandro Sandoval, quien le dio a Enriqueta Ochoa tres nietas: Alejandra, Ana Sofía y Julia.
La poetisa dejó terminado un libro en el que trabajó durante 15 años. Se trata de un Diccionario de imágenes poéticas, que sería editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC).
"Es un libro terminado, una idea muy interesante y agradable porque trata sobre la manera cómo los poetas del siglo XX abordaron diversos elementos y objetos, como el agua, el fuego, etcétera", señaló Sandoval.
Enriqueta Ochoa, perteneció a una generación de mujeres poetas como Rosario Castellanos, Dolores Castro y Pita Amor. Apenas el pasado mes de mayo, con motivo de su cumpleaños número 80, la escritora recibió un homenaje en el Palacio de Bellas Artes, donde algunos de sus amigos destacaron el valor de su obra y su voz singular.
En esa misma ceremonia, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), a través de su Coordinación Nacional de Literatura, le otorgó la Medalla de Bellas Artes, como reconocimiento a su trayectoria literaria y su influencia sobre las nuevas generaciones de poetas mexicanos.
Enriqueta Ochoa combinó las letras con el trabajo docente, el periodismo y la promoción cultural. Entre sus obras literarias están Los himnos del ciego (1968), Las vírgenes terrestres (1969), Cartas para el hermano (1969), Retorno de Electra (1973), Bajo el oro pequeño de los trigos (1984), Canción a Moisés (1984) y Enriqueta Ochoa de bolsillo (1990).
Fue profesora en la Universidad Veracruzana, la Universidad Autónoma del Estado de México, la Universidad Nacional Autónoma de México y en la escuela de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM). Además, impulsó talleres literarios para el INBA en Aguascalientes, Torreón, Tlaxcala y diversos espacios del Distrito Federal.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte desde 1999, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el gobierno de Coahuila crearon en 1994 el Premio Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa. Su obra forma parte de las principales antologías de autores mexicanos y han sido traducidos al francés, inglés, japonés y alemán.
"Creo que Enriqueta se fue con la seguridad de que había cumplido", concluyó Alejandro Sandoval.
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Fuente: La Jornada On Line
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ENRIQUETA OCHOA, ECO DE LA POESÍA
ResponderEliminarRecuerdo exactamente el primer día que conocí a la maestra Enriqueta Ochoa, tenía yo unos 16 o 17 años. Esa edad, en la suceda lo que acontezca, se mantiene íntegra la facultad de soñar.
La poeta Enriqueta Ochoa nos abrió a un puñado de jóvenes estudiantes la puerta de su casa para un taller de poesía, y en este sentido, nos abrió literalmente las compuertas de mares y ríos de literatura, pero lo más importante: tuvo la generosidad de entregarnos las llaves que había encontrado en esa poesía capaz de atravesar los tiempos y las distancias y permanecer intactas, esperando ahí, al ser humano necesitado de esa claridad. Ese tipo de poesía que se convierte en luz a través del tiempo, era la poesía que Enriqueta Ochoa nos acercaba y nos animaba a discutir.
A los 16 o 17 años, se es tan joven que uno imagina "muy joven" a chicos de 15 años y valora "grandes" a personas de 28 o 30 años, más o menos esas eran las edades de quienes asistíamos al taller de poesía, en general de 5 a 9 personas. Recuerdo que alrededor de su sala, nos sentábamos y leíamos nuestros textos, siempre nos cooperábamos para tener café con galletas, eran unas tertulias inolvidables y maravillosas en la que los sábado al caer la tarde, conjurábamos lealtad a esa claridad de pensamiento capaz de hacer de cada verso, una enredadera de ideas, de sensaciones, de reflexiones, hasta conmovernos y hacernos sentir más humanos, en el sentido más profundo de la palabra. Esa poesía que transforma y es gozo y placer a la manera en que lo es la música.
Estoy segura, que la magia suprema de la enorme poeta, fue la generosidad de aceptar el reto de ser tan inteligente y aguda guía por la literatura.
Además de su hermosa poesía, hay que reconocerle el mérito de ser una gran, gran, maestra. Me atrevería a decir que fue una las mejores sembradores de poetas de la poesía contemporánea mexicana, sino al tiempo.
Comparto la pena de quienes la conocimos, pero ojo, no ha muerto como poeta, sólo como persona. Es distinto.
Los poetas verdaderos viven en su literatura y en sus versos.
Aún más, los artistas de la vida como la poeta Enriqueta Ochoa… suelen ir más allá y permanecer en cada uno de sus alumnos, además de vivir en sus escritos.
Verenice Naranjo
2008, Cd. de México
Despedida
ResponderEliminarA Enriqueta Ochoa
Ahora el polvo te cobija
la orfandad se vuelve real
Y ya andamos
hurgando
en la memoria
para no sentir este dolor
que es el destello
incierto
de tu ausencia.
Ana Chig