viernes, 27 de febrero de 2009

El opio del pueblo

por Richard Dawkins
publicado en sindioses.org


El aceite de Gerin (o Geriniol, por dar su nombre científico) es una potente droga que actúa directamente en el sistema nervioso central produciendo una serie de síntomas característicos, a menudo de naturaleza antisocial o autodestructiva. Si se administra a los niños de manera crónica, el aceite de Gerin puede modificar permanentemente el cerebro produciendo desórdenes en la edad adulta, incluyendo ilusiones peligrosas que han demostrado ser muy difíciles de tratar. Los cuatro aviones condenados del 11 de septiembre eran, en un sentido muy real, viajes de aceite de Gerin: los 19 secuestradores iban muy drogados en aquel momento. Históricamente, la intoxicación por Geriniol ha sido responsable de atrocidades como la caza de brujas de Salem y las masacres de sudamericanos nativos por los conquistadores. El aceite de Gerin alimentó la mayoría de las guerras de la europa medieval y, en tiempos más recientes, la carnicería que asistió a la partición del subcontinente de la India y, en una escala menor, a Irlanda.

La adicción al aceite de Gerin puede llevar a individuos anteriormente sanos a huir de una vida normalmente plena y retraerse en comunidades cerradas de las que quedan excluidos todos los que no son adictos confirmados. Estas comunidades están casi siempre limitadas a un sexo y prohíben vigorosamente, a menudo obsesivamente, la actividad sexual. Efectivamente, la tendencia hacia una angustiosa prohibición sexual emerge como tema recurrente y monótono entre todas las numerosas variedades de la sintomatología del aceite de Gerin. El aceite de Gerin no parece reducir la libido por sí mismo, pero provoca con frecuencia un deseo lascivo de interferir en, y preferiblemente reducir, el placer sexual de otros. Un ejemplo actual es el horror con el que los consumidores de aceite de Gerin ven la homosexualidad, incluso cuando esta se manifiesta en relaciones amorosas duraderas.

Las dosis fuertes de aceite de Gerin pueden ser alucinógenas. Los drogadictos más extremos pueden llegar a oír voces en su cabeza, o tener visiones que parecen tan reales a los enfermos que a menudo consiguen convencer a otros de su existencia. Un individuo que confiese tener experiencias muy alucinatorias puede llegar a ser venerado, e incluso seguido como un tipo de líder, por otros que se consideran menos afortunados. Esa patología de seguimiento puede prolongarse mucho más allá de la muerte del líder, y expandirse en psicodelias grotescas como la fantasía caníbal de “beber la sangre y comer el cuerpo” del líder.

“Las dosis medianas de aceite de Gerin, aunque no son peligrosas en sí mismas, pueden distorsionar la percepción de la realidad. Creencias que no tienen ninguna base quedan inmunizadas contra la evidencia del mundo real por los efectos directos de la droga en el sistema nervioso.”

Las dosis grandes de Geriniol también pueden proporcionar “malos viajes”, en los que el consumidor puede sufrir ilusiones y miedos mórbidos. Un ejemplo notable es el miedo a la tortura, no en el mundo real sino en un mundo fantástico posterior a la muerte. Los malos viajes de este tipo están acompañados de una cultura del castigo, que es tan característica de esta droga como el miedo obsesivo a la sexualidad comentado anteriormente. La cultura del castigo fomentada por el aceite de Gerin culmina en la siniestra fantasía inducida por la droga del “alo-castigo” —la creencia de que los individuos pueden y deben ser castigados por las malas acciones de otros (conocida en la viña del grupo como “redención”).

Las dosis medianas de aceite de Gerin, aunque no son peligrosas en sí mismas, pueden distorsionar la percepción de la realidad. Creencias que no tienen ninguna base quedan inmunizadas contra la evidencia del mundo real por los efectos directos de la droga en el sistema nervioso. Se puede escuchar a los cabezas de aceite hablándole al aire o murmurando para sí, aparentemente en la creencia de que los deseos privados que se expresen así se harán realidad, aunque impliquen una violación alegre de las leyes de la física. Este desorden autolocutorio viene acompañado a menudo de tics extraños, gestos manuales u otros estereotipos, por ejemplo el balanceo rítmico de la cabeza contra una pared.

Como con muchas drogas, el aceite de Gerin refinado, en dosis pequeñas, es en gran parte inofensivo, e incluso puede servir como lubricante social en ocasiones como matrimonios, funerales y ceremonias de estado. Los expertos discrepan sobre si tal uso social, aunque inofensivo por sí mismo, es un factor de riesgo que puede conducir a formas más duras y adictivas de la droga.

El aceite de Gerin actúa sinérgicamente con la pérdida de sueño, la automutilación y la inanición. Se sabe que algunos adictos hacen abstinencia de alimentos, se fustigan la espalda o realizan otras “penintencias” como medio para mejorar la potencia de la droga. Las mutilaciones no se limitan a los propios consumidores. Varias subculturas basadas en el aceite de Gerin provocan lesiones rituales a sus propios niños, especialmente cuando son demasiado pequeños para resistirse. Estas mutilaciones involucran con frecuencia a los genitales.

Usted puede pensar que una droga tan potencialmente peligrosa y adictiva encabezaría la lista de sustancias prohibidas, y supondría sentencias ejemplares a los que traficasen con ella. Pero no, está disponible fácilmente en cualquier parte del mundo y ni siquiera se necesita receta. Los camellos profesionales son numerosos, y están organizados en cárteles jerárquicos, comercian abiertamente en las esquinas e incluso en edificios construidos a tal efecto. Algunos de estos cárteles son expertos en separar a sus clientes de su dinero. Sus “padrinos” ocupan posiciones influyentes en las altas esferas y reciben la atención de presidentes y primeros ministros. Los gobiernos no solo hacen oídos sordos al comercio, sino que le conceden la exención de impuestos. Peor aún, subvencionan a las escuelas que tienen la intención específica de enganchar a los niños.

Me pidieron que escribiera este artículo acompañado por la cara sonriente de un hombre muy feliz de Bali. Estaba acogiendo extáticamente la noticia de que iba a ser ejecutado por un pelotón de fusilamiento por el asesinato brutal de un gran número de turistas inocentes a los que nunca había conocido. Algunos miembros del tribunal quedaron impresionados por su falta de remordimientos. Pero lejos de arrepentido, su humor era de obvia alegría. Alzó el puño en el aire, loco de alegría porque iba a ser “martirizado”, utilizando la jerga de su particular subcultura de consumidores de aceite de Gerin. Porque, no le quepa la menor duda, esa sonrisa beatífica, mirando al pelotón de fusilamiento con puro placer, es la sonrisa de un yonqui. Aquí tenemos a un drogadicto arquetípico, drogado con aceite de Gerin duro, sin refinar, sin adulterar, de alto octanaje.

Es fácil considerar a la gente así como criminales, de los que necesitamos protegernos. Efectivamente, necesitamos protegernos de ellos. Pero el problema no surgiría en primera instancia si se protegiese a los niños de quedar enganchados a una droga con una prognosis tan mala para sus mentes adultas.

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Richard Dawkins (Inglaterra, 1941) Etólogo, biólogo evolutivo y escritor de divulgación científica. Ocupa la cátedra Charles Simonyi de Difusión de la Ciencia en la Universidad de Oxford. Autor de El Gen Egoísta, El Fenotipo Extendido, El Relojero Ciego, El Río del Edén, Escalando el Monte Improbable, Destejiendo el Arcoíris, El Cuento del Antepasado: Un Viaje a los Albores de la Evolución y El Espejismo de Dios, entre otras publicaciones.

Traducción: Gabriel Rodríguez Alberich

Lo que sabe la sombra: Entrevista con John A. Sanford

por D. Patrick Miller


THE SUN: La afirmación de Jung de que prefería ser «un individuo completó antes que una persona buena» puede resultar inquietante y confusa para muchas personas. ¿Por qué cree usted que hay tantas personas que parecen desconocer la estrecha relación entre la maldad y la «bondad excesiva»?

SANFORD: La relación existente entre la sombra y el ego constituye un verdadero problema, un problema que resulta especialmente relevante en la tradición cristiana. Para la Biblia las diferencias existentes entre el bien y el mal son muy claras: en una parte está Dios, que es el bien y en la otra el Diablo, que es el mal. Dios castiga el mal porque desea que el ser humano sea bueno. El Nuevo Testamento sostiene la opinión de que si un individuo cede al mal y lleva a cabo malas acciones, su alma inicia un proceso psicológico negativo que termina conduciéndole a la degradación y la destrucción. De acuerdo a ello el Cristianismo ha promovido el modelo ideal de «ser una buena persona».

Pero la tradición cristiana original reconocía que el mal se halla dentro de cada uno de nosotros, que la oposición y la discordia forma parte integral de cada uno de nosotros. San Pablo, por ejemplo, como buen psicólogo profundo, se daba cuenta de que la sombra se hallaba en su interior, sabía que ésa era su condición, una condición de la que sólo Dios podía salvarle. Por ello dijo: «Porque el bien que quisiera hacer no lo hago pero el mal que no quisiera hacer lo hago».

Más tarde, sin embargo, esta comprensión profunda se ensombreció y los cristianos terminaron identificándose exclusivamente con el bien y se dedicaron simplemente a tratar de ser exclusivamente buenos. Pero de ese modo lo único que lograron fue perder rápidamente el contacto con la sombra. Más tarde —como lamentablemente evidencia la historia de la Edad Media— la Iglesia cometió otro error fatal. A partir de entonces no sólo eran malas las acciones sino que también lo eran las fantasías y una persona podía ser considerada mala tan sólo por pensar en malas acciones. A partir de ese momento no sólo era pecado el adulterio sino que también lo era pensar en él. Ambos, por tanto, debían ser confesados y perdonados.

Como resultado de todo ello la gente comenzó a negar y a reprimir su vida imaginaria y la sombra fue relegándose cada vez más al mundo subterráneo. De este modo, poco a poco fue abriéndose un verdadero abismo entre el bien y el mal.

THE SUN: ¿Este proceso corre paralelo a la desaparición del elemento femenino?

SANFORD: Efectivamente. Eso es precisamente lo que iba a decir. El elemento masculino ve las cosas bajo la brillante luz del sol, esto es una cosa y aquello es otra completamente diferente. Pero desde el punto de vista femenino, sin embargo, las cosas, que parecen iluminadas por la luz de la luna, se hallan mucho más entremezcladas y no son tan nítidas, de modo que no resulta tan fácil establecer una diferencia rotunda entre ellas. El tema de la sombra, pues, no es, en realidad, tan sencillo como parece a simple vista. No se trata simplemente de diferenciar entre el bien y el mal sino que es algo mucho más sutil y complejo.

El elemento femenino podría habernos ayudado a franquear el abismo que parece existir entre la sombra y el ego. La Iglesia Cristiana —que en sus comienzos pareció abanderar una especie de movimiento feminista— muy pronto terminó convirtiéndose en un adalid del patriarcado. De esta manera, poco a poco el ego y la sombra fueron separándose progresivamente y prepararon el terreno para la aparición del fenómeno que tan bien nos ilustra el relato del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. La historia del Cristianismo es paradigmática a este respecto. Recordemos, si no, cómo los líderes de la Inquisición afirmaban estar haciendo correctamente lo que debían.

Obviamente, este tipo de actitud se halla muy difundido en nuestro mundo y los cristianos no son sus únicos detentadores, aunque lo cierto, sin embargo, es que la tradición cristiana se ha mostrado especialmente recalcitrante a la hora de aumentar la división entre el bien y el mal. No obstante, aunque la Iglesia intentara proscribir el mundo de la fantasía, era agudamente consciente de la vida interior del ser humano y siempre ha valorado positivamente la introspección fomentando, de ese modo, el surgimiento de la psicología profunda.

THE SUN: Yo me eduqué entre fundamentalistas religiosos y siempre he visto en ellos una cierta rigidez, como si literalmente estuvieran intentando que ciertas cosas no penetraran en su mente, mucho menos todavía expresarlas abiertamente. Pero para mantener esta división interna es necesario invertir una gran cantidad de energía.

SANFORD: Así es, y ello no significa necesariamente que uno termine convirtiéndose realmente en una buena persona. Luchar por ser bueno no es más que una pose, una forma de engañarse uno mismo. De este modo se desarrolla la persona, la máscara de bondad tras la que intentamos encubrir a nuestro ego. El Dr. Jekyll, por ejemplo, tenía una personalidad muy amable y creía en ella a pies juntillas pero, en realidad, jamás fue una buena persona. Jekyll anhelaba en secreto ser Hyde pero nunca quiso desprenderse de la máscara social con la que se había ocultado de la sociedad y de sí mismo. Cuando el brebaje le transformó en su sombra y permitió que ésta saliera a la superficie creyó haber encontrado la respuesta perfecta a su problema pero entonces era tarde porque su deseo de ser Hyde era ya más fuerte que él.

Es importante comprender la diferencia crucial existente entre la sombra y la verdadera maldad. Como dijo en cierta ocasión Fritz Kunkel, el secreto es que el mal no hay que buscarlo en la sombra sino en el ego. Para la mayor parte de las personas el mal no radica en alguna instancia arquetípica ubicada más allá del ego sino que precisamente se asienta en él. Edward C. Whitmont, un analista neoyorquino, ha descrito claramente a la sombra en términos junguianos diciendo que se trata de «todo lo que hemos ido rechazado en el curso del desarrollo de nuestra personalidad por no ajustarse al ego ideal». Si usted ha sido educado en un entorno cristiano en el que el modelo ideal era ser amable, correcto y generoso ha debido reprimir también todas aquellas cualidades que se oponían a esa imagen como la cólera, el egoísmo, las fantasías sexuales, etcétera. Y finalmente todas esas cualidades de las que se ha despojado el individuo se aglutinan en torno a una especie de personalidad secundaria —denominada sombra— que, en el caso de aislarse suficientemente, pueden terminar originando la patología conocida como personalidad múltiple.

Detrás de cualquier caso de personalidad múltiple siempre se halla la sombra. La sombra no siempre es el mal, la sombra es únicamente lo opuesto al ego. Jung dijo que la sombra contiene un noventa por ciento de oro puro. Lo que se ha reprimido encierra una tremenda cantidad de energía y contiene, consecuentemente, un gran potencial positivo. Así pues, por más perturbadora que pueda parecer, la sombra no es intrínsecamente mala. Es más, perfectamente podríamos decir que la negativa del ego a comprender y aceptar la totalidad de nuestra personalidad es más responsable que la misma sombra en la etiología del mal.

THE SUN: La sombra se convierte en algo dañino porque el ego proyecta su propio mal sobre ella.

SANFORD: Exactamente. Si volvemos a ese documento psicológico que se conoce con el nombre de Nuevo Testamento descubriremos que ahí se dice que el diablo es «el padre de la mentira». Ahora bien, la sombra nunca miente sobre sus motivaciones reales. Es el ego el que lo hace. Es por ello que el éxito de cualquier psicoterapia o confesión religiosa auténtica depende de ser totalmente sinceros con nosotros mismos.

THE SUN: Según la analista junguiana Marie-Louise von Franz: «La sombra sumerge al hombre en la inmediatez del aquí y del ahora y de este modo va constelando toda su biografía. Por consiguiente, nuestra inclinación a creer que somos lo que creemos ser es errónea. En realidad es la biografía de la sombra la que cuenta». Esta cita siempre me hace pensar en el desencanto político de nuestra sociedad ya que la biografía que nos muestran los políticos mientras están en campaña nunca es su biografía real.

SANFORD: La biografía que los políticos nos muestran —una biografía laboriosamente elaborada por sus asesores de imagen— es la persona, la máscara. Tras ella se oculta la verdadera realidad de los políticos, una realidad con la que —si nos lo permitiéramos— podríamos convivir perfectamente. A la larga, el hecho de asumir la sombra resulta menos dañino que seguir negándola. Lo que arruinó la carrera política de Gray Hart, por ejemplo, no fue tanto haber tenido alguna que otra aventura amorosa sino más bien el hecho de seguir negándolo cuando la verdad era ya incuestionable. Personalmente hablando, eso me hace suponer que en realidad no quería ser tan brillante.

Vivimos en una época en la que las elecciones se ganan o se pierden exclusivamente en base de la fortaleza de la persona. Reagan es el ejemplo por excelencia porque jamás dará un paso o dirá una palabra que se salga del guión. Apruebe o no sus decisiones me parece mucho más honesto el presidente Bush porque con él tengo la sensación de que detrás de la persona se halla un ser humano. En mi opinión, la jornada de reflexión preelectoral constituye el único momento en el que realmente estamos en contacto con los políticos. La forma en la que los medios de comunicación de masas encumbran a la persona nos muestra una faceta monstruosa y peligrosa de la tecnología.

THE SUN: En esta época la sombra parece estar realmente muy presente en nuestros espectáculos —desde los relatos de Stephen King y Clive Barker hasta las películas de terror pasando por el abierto satanismo de ciertos grupos de rock duro. Me pregunto si todo ello supondrá una aproximación al reconocimiento e integración de la sombra o si —como parecen pensar ciertos críticos sociales— significará, por el contrario, un descenso por la pendiente de la degradación.

SANFORD: Usted pregunta por el momento en el que se atraviesa la línea que separa a la sombra —-que es un elemento complejo pero todavía humano— y entramos en el territorio de lo demoníaco, en el dominio del mal arquetípico (si es que realmente existe la maldad más allá del ser humano). El tema del diablo no sólo ha preocupado a los cristianos ya que también los primitivos persas creían en la existencia de una maldad sobrenatural.

El holocausto de la Alemania nazi y los programas de Stalin no han sido el resultado de la sombra personal del ser humano sino que se han debido a una entidad siniestra y verdaderamente temible del psiquismo colectivo. Hay muchas personas que justifican la existencia de ese mal afirmando que los asesinos han padecido infancias muy desgraciadas y han sido víctimas de todo tipo de abusos parentales pero yo, por el contrario, creo en la existencia de una entidad arquetípica maligna.

En mi opinión, quienes censuran algunas letras de las canciones rock y similares no andan del todo errados. Francamente hablando, ese tipo de música me desagrada profundamente. Hay algo en todo ello que me parece siniestro. Con esto no estoy afirmando, no obstante, que crea que quienes moralizan sobre la maldad arquetípica estén libres de pecado ya que, en realidad, el hecho de moralizar sobre el mal es, en sí mismo, una forma sutil de sucumbir a él. Si usted está atacando el mal como defensa para no ver su propio Yo está cometiendo el mismo error en que incurrió el Dr. Jekyll.

THE SUN: Pero ¿cómo podríamos especificar la diferencia existente entre lo que nos parece siniestro y lo que realmente es siniestro?

SANFORD: Aunque su pregunta es muy clara no resulta fácil de responder ya que depende mucho del psiquismo de la persona en cuestión. Cuanto más rígido sea su marco psicológico más cosas le parecerán siniestras. Sólo puedo decir que la expresión de la maldad arquetípica es profundamente perturbadora y conmueve a todo el mundo aunque no consigamos encontrar la respuesta adecuada en el momento oportuno. El mundo, por ejemplo, reaccionó muy lentamente ante las atrocidades cometidas por la Alemania nazi.

La función que Jung denominaba sensación —la aptitud interna que nos capacita para atribuir valor a algo— puede ayudarnos a establecer claramente la diferencia. Esta función —que opera al margen del ego— nos dice lo que es deseable y lo que no lo es. El ego determina lo que está bien y lo que está mal desde el punto de vista de sus propios intereses. Así, lo que tiende a reafirmar nuestro sistema de defensas egocéntrico es bueno y lo que tiende a refutarle es malo. Los puritanos, por ejemplo, consideraban que las enfermedades que contagiaron y diezmaron a los nativos eran buenas e interpretaron ese hecho como una señal divina que les allanaba el camino para la conquista. Obviamente, los indios que perecieron a causa de la viruela tendrían una opinión muy diferente sobre lo que estaba bien y lo que estaba mal.

La sensación es una evaluación pura, libre de toda contaminación egocéntrica pero que no siempre funciona. Gracias a esta función el público norteamericano se dio cuenta de que la guerra de Vietnam, aunque supuestamente sirviera a nuestros intereses políticos, constituía una terrible calamidad y terminó oponiéndose a ella. Y por supuesto estaban en lo cierto. Los juicios de valor que establece esta función son determinaciones fiables que requieren disponer de una información adecuada sobre lo que está bien y lo que está mal en una determinada situación. Si carece de ella o si sólo opera con información fragmentaria e incompleta la sensación puede llegar perfectamente a conclusiones muy equivocadas.

THE SUN: ¿Cuál es, en su trabajo práctico, el proceso de integración de la sombra?

SANFORD: La primera vez que vemos claramente a la sombra nos quedamos espantados. Entonces algunos de nuestros sistemas de defensa egocéntricos pueden saltar en pedazos o disolverse por completo. El resultado puede ser una depresión temporal o un enturbiamiento de la conciencia. Jung equiparaba el proceso de integración —-al que llamaba individuación— al proceso alquímico, uno de cuyos estadios, melanosis, implica el ennegrecimiento de todos los componentes alquímicos del crisol. Este estadio, considerado habitualmente por el ser humano como una especie de fracaso, resulta absolutamente esencial y representa, según Jung, el primer contacto con el inconsciente y, por consiguiente, con la sombra.

THE SUN: ¿Es posible quedar atrapado ahí? ¿Es posible quedar condenados a enfrentarnos a la sombra una y otra vez sin llegar a terminar de integrarla?

SANFORD: Creo que no. Para profundizar realmente en la sombra es necesario movilizar lo que Jung denominaba Yo —nuestro centro creativo— y cuando ello ocurre la depresión no puede quedar instalada de manera permanente. Después de eso pueden tener lugar numerosos cambios que asumen aspectos notablemente diferentes según el individuo en cuestión. Entonces comienza a emerger lo que Kunkel denominaba el «centro real» de la personalidad y el ego va estableciendo gradualmente una relación más estrecha con ese centro. Entonces es mucho menos probable que la persona se identifique con el mal porque la integración de la sombra siempre corre pareja a la disolución de la falsa persona. Uno se torna mucho más realista porque ve con más claridad la verdad sobré si mismo y la verdad siempre tiene efectos saludables. No debemos olvidar que la sinceridad constituye la mejor defensa contra el verdadero mal y que dejar de mentirse a uno mismo es el mejor de los amuletos.

THE SUN: ¿Si el ego no es nuestro «verdadero centro» cuál es entonces éste?

SANFORD: Lo que distingue al enfoque junguiano de cualquier otra visión psicológica es la idea de que existen dos centros de la personalidad, el ego —que constituye el centro de la conciencia— y el Yo —el centro de la personalidad global (que incluye la conciencia, el inconsciente y el ego). El Yo es, al mismo tiempo, la Totalidad y el centro mientras que el ego es un pequeño círculo excéntrico contenido dentro de la totalidad. También podríamos decir que el ego es el centro menor de la personalidad y que el Yo, en cambio es su centro mayor.

En los sueños podemos advertir más claramente esta relación. En nuestra vida vigílica el ego es como el Sol que todo lo ilumina pero que también eclipsa las estrellas. No terminamos de darnos cuenta de que nosotros no somos los creadores de los contenidos del ego consciente sino que éstos surgen de otro lugar sin participación consciente de nuestra parte. El ego prefiere creer que es el artífice de todos nuestros pensamientos pero, aunque no nos percatemos de ello, continuamente nos hallamos bajo la influencia del inconsciente. En nuestros sueños todo cambia con la aparición del ego onírico. Cuando recordamos un sueno automáticamente lo identificamos con el ego onírico, nos referimos a él como «yo» y decimos «tropecé con un oso, luché con él y luego apareció una bailarina», por ejemplo. Pero la diferencia es que el ego onírico sabe cosas que desconoce el ego vigílico. Podemos, por ejemplo, recordar que durante el sueño hemos estado corriendo e ignorar, sin embargo, algo que nuestro ego onírico conoce muy bien: el motivo de nuestra huida.

Y lo que es más importante todavía, el ego onírico nunca es más significativo que cualquier otra de las imágenes que pueblan nuestro sueño. Cuando el sol se pone se manifiesta un dominio invisible en nuestra vida vigílica, aparecen las estrellas y descubrimos que no somos más que una estrella de entre las muchas que brillan en el estrellado firmamento de nuestra alma.

THE SUN: Aunque en vigilia admito a regañadientes la idea de sombra, en sueños, sin embargo, me resulta algo mucho más real y poderoso que una simple idea. En ocasiones hasta podría llegar a decir que me convierto en la sombra, como si yo formara parte de ella.

SANFORD: En efecto, en el sueño la sombra constituye un sistema energético tan poderoso —al menos— como el ego. En el ámbito del sueño los elementos del psiquismo son menos diferentes que en vigilia y el ego onírico puede observarlos, convertirse en ellos o ubicarse en un estado intermedio entre las dos posiciones anteriores.

La sombra es siempre un aspecto del ego y sus cualidades pueden haber formado parte de su estructura. También podríamos decir que la sombra es algo así como el hermano —o la hermana— del ego y no necesariamente una figura siniestra. Por último, también es importante recordar que la sombra siempre tiene motivos para hacer lo que hace, motivos relacionados con alguna cualidad reprimida del ego. No es nada habitual que en sueños nos convirtamos en la sombra, es mucho más probable, en cambio, que el ego onírico observe las transformaciones que asume la sombra durante el sueño.

THE SUN: Supongo que es mucho más seguro identificarse con la sombra en un sueño que en la vida vigílica.

SANFORD: Bien, de nuevo nos encontramos con el tema de las sutilezas de la sombra. En este punto sigo más a Kunkel que a Jung. La idea es que el ego se halla originalmente muy próximo al centro del Yo y que, en la medida en que se aleja de él, desarrolla una actitud egocéntrica que suele verse exacerbada por tendencias infantiles desfavorables cuya naturaleza termina determinando las peculiaridades de nuestras defensas egocéntricas y, por consiguiente, las características de la misma sombra.

Supongamos que una persona se experimente a sí misma como débil e ineficaz ante el medio pero que para adaptarse a la vida se convierta en una especie de «enredadera», alguien que no desarrolla su propia fortaleza sino que se apoya en la de los demás a quienes aprende a valorar de acuerdo a esa dimensión. De este modo termina asumiendo una postura egocéntrica que es, al mismo tiempo, necesitada y merecedora. Este es el tipo de persona que siempre necesita el apoyo de los demás, que puede enumerar un montón de razones para justificar su demanda y, en el caso de no recibir lo que exige, desprecia a los demás como malas personas.

Este tipo de persona es muy aburrido. De modo que la gente suele cansarse pronto de ellos y, cuando tal cosa ocurre, dejan de ayudarles. Entonces se sienten amenazados y ansiosos. Ahora bien, para mantener esta actitud egocéntrica de dependencia e identificación ha debido reprimir el valor y la sinceridad —cualidades, por lo demás, muy deseables. Pero frente a ellas nuestro sujeto se siente mortalmente amenazado y es por ello que las considera diabólicas. No debemos olvidar que las cualidades reprimidas pueden terminar siendo peligrosas.

Supongamos el caso de un adolescente que asuma la defensa egocéntrica de la tortuga y para ello se aísle de los demás. Su apariencia solitaria y taciturna le convierte entonces en el blanco idóneo de cualquier pandilla que tenga la propensión egocéntrica de atormentar a los demás. Éstos se dedican a hostigar a la sombra fuera de ellos hasta que llega un día en que su caparazón egocéntrico de solitario explota y la sombra brota a la luz del día. En ese momento puede emprenderla a puñetazos con los demás y, aun en el caso de que reciba algún que otro golpe, las cosas pueden mejorar favoreciendo incluso su integración psicológica. Ahora bien, en el caso de que la energía haya sido reprimida durante mucho tiempo y con mucha intensidad también puede coger el revólver de su padre, disparar sobre sus torturadores y suscitar un lamentable incidente.

THE SUN: ¿Usted cree que el muchacho estaba pidiendo eso a sus torturadores?

SANFORD: Por supuesto. El inconsciente está emitiendo precisamente el mensaje exacto que nuestro sujeto necesita para catalizar su integración. Kunkel solía decir a este respecto que los «arcángeles» son enviados para completar el plan divino.

THE SUN: Pero los arcángeles no necesariamente son cuidadores.

SANFORD: Así es. Ellos sólo preparan el escenario. Lo único que sabemos es que cuando los arcángeles entran en acción las cosas ya no permanecen igual. Nadie puede predecir lo que ocurrirá a partir de entonces. No deberíamos tomar a la ligera el tema de la liberación de la sombra. Es necesario que el trabajo de despliegue y liberación de la hostilidad tenga lugar en el contexto seguro de una relación terapéutica —o en cualquier otra situación controlada— para que la sombra pueda expresarse de manera gradual.

Kunkel hizo la misteriosa afirmación de que «en los momentos decisivos Dios está siempre del lado de la sombra, no del ego» ya que la sombra siempre se halla mucho más próxima al impulso creativo.

Ahora bien, el ego no necesariamente sostiene una actitud egocéntrica. En tal caso estaríamos hablando de algo completamente diferente ya que el ego mantiene una relación creativa sana tanto con la sombra como con el Yo. El proceso de integración no mengua, pues, al ego, sino que simplemente distiende la firmeza de sus fronteras. Entre un ego fuerte y un ego egocéntrico existe una tremenda diferencia ya que el último es siempre débil. Así pues, el proceso de individuación que nos permite actualizar nuestro propio potencial real no puede tener lugar sin la presencia de un ego fuerte.

THE SUN: ¿Eso significa que es imposible llegar a ser el «Yo»?

SANFORD: Correcto. El ego es el vehículo necesario para la expresión del Yo pero debemos estar dispuestos a hacer lo necesario para ponerlo en su lugar. Como Moisés, por ejemplo, escuchando la palabra de Dios entre las zarzas ardientes y conduciendo luego a los judíos desde Egipto hasta la Tierra Prometida. Esa es una acción que sólo puede llevarla a cabo un ego fuerte.


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What the Shadow Knows: An Interview with John A. Sanford, de Patrick Miller.
Copyright © 1990 by D. Patrick Miller.

lunes, 23 de febrero de 2009

Convovatoria al Congreso "Hijos de la Literatura y la Lingüística"


LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE ZACATECAS Y LA UNIDAD ACADÉMICA DE LETRAS
C O N V O C A N

A los estudiantes universitarios, docentes e investigadores de Universidades Públicas o Privadas a participar en el

I CONGRESO "HIJOS DE LA LITERATURA Y LA LINGÜÍSTICA"

que se llevará a cabo en la Ciudad de Zacatecas los días 11, 12 y 13 de marzo de 2009.
Con el principal objetivo de retomar el debate sobre las relaciones entre la Lingüística y la Literatura, y en este sentido se proponen las siguientes mesas de trabajo:

a)Poética y Lingüística
b)La función de la crítica literaria
c)Teorías del lenguaje y sus aplicaciones
d)La literatura y otras artes
SOBRE LAS PONENCIAS:
  • Los trabajos deberán ser originales e inéditos.
  • Debe estar dentro de los ejes temáticos anteriormente expuestos
  • Podrán participar con ponencias aquellos estudiantes, docentes e investigadores de las diferentes áreas de Literatura, Lingüística, Psicología, Lenguas y otras ramas afines.
  • Las ponencias que se basen en alguna estructura metodológica, deberán de especificarla.
  • Los trabajos deben reunir un mínimo de 8 cuartillas y un máximo de 10 cuartillas. Además, se debe respetar las siguientes características:
    -Formato Word
    -Tipografía Arial
    -Doble espacio
    -Tamaño de letra 12
    -La lectura en voz alta no debe sobrepasar 15 minutos, debido a que se pretende dar espacio para una ronda de preguntas y comentarios.
    -5 fuentes como máximo.
  • Deberán incluir en la primera página los siguientes datos:
    -Título de ponencia
    -Resúmen
    -Conceptos clave
    -Nombre completo del ponente
    -Universidad y unidad a la que pertenece
    -Semetre en curso
    -Requerimientos de soporte técnico, como cañón, proyector, reproductor de DVD, etc.
    -Dirección de correo electrónico.
  • Sólo se aceptan envíos electrónicos a la dirección: hijosdelaliteraturaylinguistica@hotmail.com

SOBRE CREACIÓN LITERARIA

  • Los textos deberán ser originales e inéditos.
  • Los participantes en creación literaria podrán mandar sus cuentos y/o poemas, cuya lectura no rebase los 10 minutos. Además, deberán cumplir con las mismas formalidades que las ponencias exceptuando el número de páginas y resumen. En su lugar irán acompañadas de una breve bibliografía del autor.
  • Sólo se aceptan envíos electrónicos a la dirección: cuandolasletrashablan@hotmail.com
  • Favor de especificar en el asunto el género al que pertenece el texto

CUOTA DE RECUPERACIÓN

Asistentes: $70.00 m/n

Ponentes: $100.00 m/n


Fecha limite de recepción de trabajos hasta el 27 de febrero.

Mayores informes:
Unidad Académica de Letras
Av. Preparatoria No. 301

Tel. (01) 492 92 41916



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enlace directo a convocatoria

Carta del poeta salvadoreño Carlos García a Miguel Mouriño, poeta mexicano

publicado en Viva La Palabra


Querido Miguel Mouriño,

Esperando que se encuentre bien, aprovecho para contarle que el pasado 5 de noviembre, el diario Co Latino de El Salvador www.diariocolatino.com , cumplía 118 años de su fundación y quisimos celebrarlo con una muestra fotográfica en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, de la que adjunto imágenes.

Ese mismo día 5, en que se inauguró la muestra, realizamos dos mesas redondas, una entorno a la ética en el fotoperiodismo (por la mañana) y otra con el fin de debatir sobre la libertad de expresión, contando en las dos, con la participación de reconocidos profesionales de varos medios de prensa.

En las mesas redondas, estuvieron Javier Bauluz, único premio Pulitzer de fotografía en España, además del autor de las imágenes Kim Manresa y Pepe Baeza,director de fotogrfía del Magazine de La Vanguardia, así como Josep Carles Rius, decano del Colegio de Periodistas de Cataluña y subdirector de Magazine que semanalmente edita desde La Vanguardia, 2 millones de ejemplares, que se distribuyen a través de 12 periódicos de gran tirada en toda España. También participó el fotoperiodista salvadoreño René Mina, actualmente residente en Austria, así como el rector de la UPF y otras personalidades.

Las fotografías fueron realizadas en exclusiva para C&Duke, por el fotoperiodista catalán Kim Manresa en 2005 y tras su inauguración, en la que nos acompañó el director del periódico Francisco Elías Valencia (que verá en varia de las imágenes que adjunto), estamos gestionando ahora que viaje en los próximos meses por distintas ciudades de Catalunya.

La recepción de la prensa aquí fue muy importante, cubriéndose, como puede ver, a través de la prensa escrita, cadenas de radio y TV, entre las que es de destacar TVE (Televisión Española), Barcelona Televisión, ComRadio y La Vanguardia.

La exposición la titulamos: El Co Latino, un diario que no se rinde.

Se agradece como siempre, la mayor difusión posible entre quienes considere pudieran interesarse por esta información.

Con el abrazo de este su amigo,

Carlos Ernesto García
Director genera de C&Duke
Poeta y escritor salvadoreño
Corresponsal del Diaro Co Latino








domingo, 15 de febrero de 2009

El periodismo es un oficio cruel

por Juan Cruz
publicado en Mira que te lo tengo dicho


La primera vez que escuché esa expresión, "El periodismo es un oficio cruel", sentí cierto escalofrío; seguí escuchando y entendí. Lo decía Eugenio Scalfari, el gran periodista italiano con cuya entrevista concluyo hoy en EL PAÍS la serie que he ido haciendo estos últimos siete domingos. Hablamos de eso, hablamos del presente y esbozamos algunas inquietudes sobre el futuro de este oficio en el que pronto cumpliré 48 años, que se dice pronto.


¿Un oficio cruel? Un oficio difícil, obligado a muchas renuncias y abocado a muchas satisfacciones; hoy comento en la columna de televisión del periódico (donde a veces sustituyo a sus titulares, Carlos Boyero y Enric González, Boyero está ahora en Berlín) lo que le ha sucedido al eurodiputado Luis Herrero en Caracas. Herrero es eurodiputado y periodista; iba a Caracas en función de su trabajo político, como observador, y antes de observar ya se lanzó a opinar sobre lo que sucedía en el país, al que acababa de llegar. Le pudo el periodista sobre el observador político, y Chávez dictó su abrupta expulsión. Se comportó (en el lenguaje de Ernesto Giménez Caballero) como un dictador, que es lo que Luis Herrero dijo que era. Chavez tiene modos deplorables, dictatoriales, este modo de conducirse con Herrero lo practica habitualmente en su país, contra sus propios ciudadanos, y ahora ha empleado igual medicina contra el eurodiputado español.

Mi salvedad es esta: ¿no tendría que haber esperado Herrero a hacer su papel de eurodiputado antes de cumplir con el de comentarista? Sé que es una cuestión enrevesada porque en este momento estoy caminando sobre la delagada línea de lo políticamente correcto, pero creo que, en aras del oficio, tengo derecho a hacerme estas preguntas. No me parece correcto que los periodistas sean al tiempo políticos, y viceversa. Me parece impresentable la afluencia de políticos a tertulias en las que ejercen como si fueran periodistas. Y hay periodistas tan interesados en contentar a los políticos a los que defienden que están confundiendo el oficio con el beneficio.

¿Un oficio cruel? Exige mucho sentido de la responsabilidad; lo bueno del periodismo es que cuando no es periodismo en seguida se ven las costuras.

Hace muy buen tiempo en Madrid, como si hubiera llegado la primavera a lomos de un caballo que esconde en sus crines el verano. Sé que me ha salido muy cursi el parte meteorológico, pero ahí queda. Le dedico el día que hace, de todos modos, a mi amiga Pilar del Río, que me consta que a veces entra, desde Lanzarote, desde Lisboa o de Madrid, para ver cómo están los días y mis días. Pues hoy el día está mejor que nunca, y ayer todavía había nubarrones.


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Fuente: elpaís.com

viernes, 6 de febrero de 2009

No hay preguntas estúpidas

por Carl Sagan
extracto del libro «El Mundo y Sus Demonios»


Excepto para los niños (que no saben lo suficiente como para dejar de hacer las preguntas importantes), pocos de nosotros dedicamos mucho tiempo a preguntarnos por qué la naturaleza es como es; de dónde viene el cosmos, o si siempre ha estado allí; si un día el tiempo irá hacia atrás y los efectos precederán a las causas; o si hay límites definitivos a lo que deben saber los humanos. Incluso hay niños, y he conocido algunos, que quieren saber cómo es un agujero negro, cuál es el pedazo más pequeño de materia, por qué recordamos el pasado y no el futuro, y por qué existe un universo.

De vez en cuando tengo la suerte de enseñar en una escuela infantil o elemental. Encuentro muchos niños que son científicos natos, aunque con el asombro muy acusado y el escepticismo muy suave. Son curiosos, tienen vigor intelectual. Se les ocurren preguntas provocadoras y perspicaces. Muestran un entusiasmo enorme. Me hacen preguntas sobre detalles. No han oído hablar nunca de la idea de una «pregunta estúpida».

Pero cuando hablo con estudiantes de instituto encuentro algo diferente. Memorizan «hechos» pero, en general, han perdido el placer del descubrimiento, de la vida que se oculta tras los hechos. Han perdido gran parte del asombro y adquirido muy poco escepticismo. Los preocupa hacer preguntas «estúpidas»; están dispuestos a aceptar respuestas inadecuadas; no plantean cuestiones de detalle; el aula se llena de miradas de reojo para valorar, segundo a segundo, la aprobación de sus compañeros. Vienen a clase con las preguntas escritas en un trozo de papel, que examinan subrepticiamente en espera de su turno y sin tener en cuenta la discusión que puedan haber planteado sus compañeros en aquel momento.

Ha ocurrido algo entre el primer curso y los cursos superiores, y no es sólo la adolescencia. Yo diría que es en parte la presión de los compañeros contra el que destaca (excepto en deportes); en parte que la sociedad predica la gratificación a corto plazo; en parte la impresión de que la ciencia o las matemáticas no le ayudan a uno a comprarse un coche deportivo; en parte que se espera poco de los estudiantes, y en parte que hay pocas recompensas o modelos para una discusión inteligente sobre ciencia y tecnología... o incluso para aprender porque sí. Los pocos que todavía muestran interés reciben el insulto de «bichos raros», «repelentes» o «empollones».

Pero hay algo más: he visto a muchos adultos que se enfadan cuando un niño les plantea preguntas científicas. ¿Por qué la luna es redonda?, preguntan los niños. ¿Por qué la hierba es verde? ¿Qué es un sueno? ¿Hasta qué profundidad se puede cavar un agujero? ¿Cuándo es el cumpleaños del mundo? ¿Por qué tenemos dedos en los pies? Demasiados padres y maestros contestan con irritación o ridiculización, o pasan rápidamente a otra cosa: «¿Cómo querías que fuera la luna, cuadrada?» Los niños reconocen en seguida que, por alguna razón, este tipo de preguntas enoja a los adultos. Unas cuantas experiencias más como ésta, y otro niño perdido para la ciencia. No entiendo por qué los adultos simulan saberlo todo ante un niño de seis años. ¿Qué tiene de malo admitir que no sabemos algo? ¿Es tan frágil nuestro orgullo?

Lo que es más, muchas de estas preguntas afectan a aspectos profundos de la ciencia, algunos todavía no resueltos del todo. Por qué la luna es redonda tiene que ver con el hecho de que la gravedad es una fuerza que tira hacia el centro de cualquier mundo y con lo resistentes que son las rocas. La hierba es verde a causa del pigmento de clorofila, desde luego —a todos nos han metido esto en la cabeza—, pero ¿por qué tienen clorofila las plantas? Parece una tontería, pues el sol produce su máxima energía en la parte amarilla y verde del espectro. ¿Por qué las plantas de todo el mundo rechazan la luz del sol en sus longitudes de onda más abundantes? Quizá sea la plasmación de un accidente de la antigua historia de la vida en la Tierra. Pero hay algo que todavía no entendemos sobre por qué la hierba es verde.

Hay mejores respuestas que decirle al niño que hacer preguntas profundas es una especie de pifia social. Si tenemos una idea de la respuesta, podemos intentar explicarla. Aunque el intento sea incompleto, sirve como reafirmación e infunde ánimo. Si no tenemos ni idea de la respuesta, podemos ir a la enciclopedia. Si no tenemos enciclopedia, podemos llevar al niño a la biblioteca. O podríamos decir: «No sé la respuesta. Quizá no la sepa nadie. A lo mejor, cuando seas mayor, lo descubrirás tú.»

Hay preguntas ingenuas, preguntas tediosas, preguntas mal formuladas, preguntas planteadas con una inadecuada autocrítica. Pero toda pregunta es un clamor por entender el mundo. No hay preguntas estúpidas.

Los niños listos que tienen curiosidad son un recurso nacional y mundial. Se los debe cuidar, mimar y animar. Pero no basta con el mero ánimo. También se les debe dar las herramientas esenciales para pensar.

[…] Pero aquí no hablo de producir una nueva generación de científicos y matemáticos de primera categoría, sino de la cultura científica del público en general.

El sesenta y tres por ciento de los adultos norteamericanos no son conscientes de que el último dinosaurio murió antes de que apareciera el primer humano; el setenta y cinco por ciento no sabe que los antibióticos matan a las bacterias pero no a los virus; el cincuenta y siete por ciento no sabe que los «electrones son más pequeños que los átomos». Las encuestas muestran que algo así como la mitad de los adultos de Estados Unidos no saben que la Tierra gira alrededor del Sol y tarda un año en hacerlo. En mis clases en la Universidad de Cornell he encontrado estudiantes brillantes que no saben que las estrellas salen y se ponen por la noche, o ni siquiera que el Sol es una estrella.

Debido a la ciencia ficción, el sistema educativo, la NASA y el rol que juega la ciencia en la sociedad, los estadounidenses están mucho más expuestos a la percepción copernicana que el humano medio. Una encuesta de 1993 realizada por la Asociación China de Ciencia y Tecnología revela que, como en Estados Unidos, no más de la mitad de personas en China sabe que la Tierra gira alrededor del Sol una vez al año. Podría ser muy bien, pues, que más de cuatro siglos y medio después de Copérnico, la mayor parte de la gente de la Tierra creyera todavía, en el fondo de su corazón, que nuestro planeta está inmóvil en el centro del universo y que somos profundamente «especiales».

Ésas son las preguntas típicas del «alfabetismo científico». Los resultados son desmoralizadores. Pero ¿qué es lo que miden? La memorización de afirmaciones autoritarias. Lo que deberían preguntar es cómo sabemos... que los antibióticos discriminan entre microbios, que los electrones son «más pequeños» que los átomos, que el Sol es una estrella a la que la Tierra da la vuelta una vez al año. Estas preguntas son una medida mucho más auténtica de la comprensión de la ciencia por parte del público, y los resultados de estas pruebas serían sin duda más descorazonadores todavía.

Si se acepta la verdad literal de todas las palabras de la Biblia, la Tierra tiene que ser plana. Lo mismo ocurre con el Corán. Por tanto, declarar que la Tierra es redonda equivale a decir que uno es ateo. En 1993, la autoridad religiosa suprema de Arabia Saudí, el jeque Abdel-Aziz Ibn Baaz, emitió un edicto, o fatwa, declarando que el mundo es plano. Todo el que crea que es redondo no cree en Dios y debe ser castigado. No deja de ser irónico que la lúcida evidencia de que la Tierra es una esfera, reunida por el astrónomo greco-egipcio del siglo II Claudio Tolomeo, fuese transmitida a Occidente por astrónomos musulmanes y árabes. En el siglo IX bautizaron al libro de Tolomeo en el que se demuestra la esfericidad de la Tierra como el Almagesto, «el más grande».

He conocido muchas personas que se sienten ofendidas por la evolución, que preferirían apasionadamente ser la obra artística personal de Dios que haber surgido del fango por fuerzas físicas y químicas ciegas desarrolladas durante eones. También suelen ser reacios a exponerse asiduamente a las pruebas. La evidencia tiene muy poco que ver con ellos: creen lo que desean que sea verdad. Sólo el nueve por ciento de los norteamericanos acepta el descubrimiento central de la biología moderna de que los seres humanos (y todas las demás especies) han evolucionado lentamente por procesos naturales de una serie de seres más antiguos sin que fuera necesaria la intervención divina en el camino. (Cuando se les pregunta simplemente si aceptan la evolución, el cuarenta y cinco por ciento de los norteamericanos dice que sí. La cantidad asciende al setenta por ciento en China.) Cuando se exhibió en Israel la película Parque Jurásico, algunos rabinos ortodoxos la condenaron porque aceptaba la evolución y enseñaba que los dinosaurios vivieron hace cien millones de años... cuando, como se establece claramente en el Rosh Hashonah y en toda ceremonia de boda judía, el universo tiene menos de seis mil anos de antigüedad. La prueba más clara de nuestra evolución puede encontrarse en nuestros genes. Pero la evolución sigue teniendo detractores, irónicamente entre aquellos cuyo propio ADN la proclama... en las escuelas, en los tribunales, en las editoriales de libros de texto, y en la cuestión de cuánto dolor podemos infligir a otros animales sin cruzar algún umbral ético.

[…]

Ser competente (es decir, conocer realmente la materia) en expresión verbal, matemáticas, ciencia e historia hoy en día no aumenta los ingresos de los jóvenes medios en los ocho años siguientes a su salida de la escuela, y la mayoría se emplean en empresas de servicios y no industriales.

Sin embargo, en los sectores productivos de la economía suele ser diferente. Hay fábricas de muebles, por ejemplo, que corren el riesgo de perder el negocio... no porque no haya clientes, sino porque muy pocos trabajadores al entrar son capaces de hacer operaciones aritméticas sencillas. Una importante compañía electrónica declara que el ochenta por ciento de los que aspiran a trabajar en ella no son capaces de superar una prueba matemática de quinto curso. Estados Unidos está perdiendo ya unos cuarenta mil millones de dólares al año (principalmente en descenso de productividad y el coste de educación para remediarlo) porque los trabajadores, en un grado excesivo, no saben leer, escribir, contar o pensar.

Según un informe del Comité Nacional de Ciencia de Estados Unidos de ciento treinta y nueve compañías de alta tecnología, las causas principales del declive de la investigación y el desarrollo que se atribuían a la política nacional eran: 1) carencia de una estrategia a largo plazo para afrontar el problema; 2) falta de atención a la preparación de futuros científicos e ingenieros; 3) demasiada inversión en «defensa» e insuficiente en investigación y desarrollo civil, y 4) poca atención a la educación preuniversitaria. La ignorancia se alimenta de ignorancia. La fobia a la ciencia es contagiosa.

Los que tienen la visión más favorable de la ciencia en Estados Unidos tienden a ser jóvenes varones blancos con educación universitaria y buen nivel de vida. Pero tres cuartas partes de los nuevos trabajadores norteamericanos de la próxima década serán mujeres no blancas e inmigrantes. No lograr despertar su entusiasmo —por no hablar de la discriminación— no sólo es injusto sino que es estúpido y contraproducente. Priva a la economía de los trabajadores preparados que necesita desesperadamente.

Los estudiantes afroamericanos e hispanos han mejorado sus resultados en las pruebas estándar de ciencia con relación a finales de la década de los sesenta, pero son los únicos. La diferencia media en matemáticas entre blancos y negros graduados sigue siendo grande en los cursos de enseñanza superior: de dos a tres niveles; pero la distancia entre los blancos de cursos de enseñanza superior de Estados Unidos y, por ejemplo, los de Japón, Canadá, Gran Bretaña o Finlandia es dos veces mayor (con los estadounidenses a la zaga). Si uno recibe poca motivación y poca educación, no sabrá mucho... no es ningún misterio. Los afroamericanos de las ciudades con padres educados en la universidad tienen el mismo nivel universitario que los blancos de las ciudades con padres de educación universitaria. Según algunas estadísticas, incluir a un niño pobre en un programa Head Start duplica sus posibilidades de conseguir un empleo más tarde en la vida; el que completa un programa Upward Bond tiene cuatro veces más posibilidades de conseguir una educación universitaria. Para ser sinceros, sabemos lo que hay que hacer.

¿Y en cuanto a la universidad? Hay una serie de pasos obvios: mejora de la condición basada en el éxito de la enseñanza y promoción de los profesores en base a la actuación de sus estudiantes en pruebas estandarizadas de doble ciego; sueldos para los profesores que se acerquen a lo que podrían cobrar en la industria; más becas, ayudas y equipo de laboratorio; programas imaginativos e inspiradores y libros de texto en que los principales miembros de la facultad tengan un papel principal; cursos de laboratorio como requisito para graduarse; y prestar atención especial a los que tradicionalmente se han apartado de la ciencia. También deberíamos animar a los mejores académicos de la ciencia a dedicar más tiempo a la educación pública: libros de texto, conferencias, artículos en periódicos y revistas, apariciones en televisión. Y podría valer la pena intentar un primer curso obligatorio sobre pensamiento escéptico y métodos científicos.


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Carl Sagan (E.E.U.U., 1934-1996) fue profesor de la cátedra David Duncan de Astronomía y Ciencias Espaciales en la Universidad de Cornell, responsable de misiones de la NASA como la Mariner, Viking, Voyager y Galileo, instructor de astronautas, genial divulgador científico, cofundador de la Sociedad Planetaria y gran activista escéptico contra las pseudociencias. Entre los numerosos premios que ha recibido se encuentran el Pullitzer, el Apollo, el Masursky y la medalla al Bienestar Público. El asteroide 2709 fue bautizado con su nombre.

SAGAN, Carl | El Mundo y Sus Demonios | Ed. Planeta | España | 1995 | pp. 305 - 315

miércoles, 4 de febrero de 2009

Medios Lunes

por Vicente Verdú
publicado en El Boomeran(g)

La muerte de John Updike se asocia a la desaparición del espejo de la clase media pero, en rigor, la muerte de Updike coincide con la muerte -no especulativa, sino real- de la clase media.

En esa clase mediana, mediocre, extensa y habitual, la sociedad mecía su larga moderación y su previsto sino sin sobresaltos. En esa clase media la sociedad adormecía sus posibles sueños de juventud sin traumas muy visibles a lo largo de la vida.

Updike hizo sin embargo, a través de su introducción en los entresijos de sus conciudadanos, una épica también de talla media que fue, al cabo, la mayor épica de la época tras la segunda guerra mundial.

La contradictoria paz de la mayoría silenciosa, el malestar sumido en el bienestar casero, la depresión oculta en el horario fijo y el fracaso acompañada de mujer e hijos para toda la vida redondeaba el relato de esa multitudinaria población. Esa clase media, sin embargo, ha ido deslizándose desde hace un par de décadas hacia zonas en las que ya se confunde con aquellos proletarios, ahora mejorados, de los años 50 o 60. Una confusión no como efecto de compartir una misma conciencia de clase explotada y un espíritu propicio a la subversión, sino sencillamente como consecuencia de un despojamiento gradual de los ingresos y las experiencias. El nivel medio de la clase media ha caído hasta separarse espectacularmente del nivel de los altos empleados o ejecutivos y el abismo entre unos y otros ha ido situando a los más en mismos bordes del insomnio, en los diarios vértigos de la hipoteca, en el endeudamiento de constante y por encima de la capacidad de pagar.

Todas las crisis se ha caracterizado por una etapa anterior en que las desigualdades se acentuaron. He aquí la disolución social. También la dolorosa desaparición de Updike y de su territorio. Todos sus libros, sus minuciosas historias sentimentales y psicológicas emergen ahora como un documento de un tiempo que ahora ha perdido tanto el mortal relente de su tedio como el aire de su estabilidad. Estabilidad mórbida pero tan valorada ahora, cuando el mundo, cada lunes, se hunde un poco más.


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Vicente Verdú nació en Elche en 1942. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y es miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribe regularmente en el El País, diario en el que ha ocupado los puestos de Jefe de Opinión y Jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003) y Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005). Sus libros más reciente son No Ficción (Anagrama, 2008) y Passé Composé (Alfaguara, 2008).

martes, 3 de febrero de 2009

Srebrenica: memorial de las sombras.

enviado por Mauricio Chalons

«Es erróneo escribir sobre alguien
con quien no se ha compartido

al menos un poco de su vida»
Ryszard Kapuscinsky.

«The first casualty when war comes is truth»
Hiram Johnson, senador estadounidense.





Cementerio de Potocari. Quizá la tristeza y su posteridad paulatinamente usufructúan las rutas del corazón humano, ironiza fríamente impostergable con los sueños. Los pasos tímidamente a traspiés entre el húmedo sendero de tierra inmaculada con la sangre de las víctimas de la sinrazón y la venganza van tras el vaho de nuestras almas que penetran la inocua majestuosidad del frío atardecer donde todo tiempo es finito. Todo con un principio y un final.


Escribo tratando de postergar lo impostergable, pensando en lo que dijo Dylan Thomas : “Después de la primera muerte, ya no hay más”. Busco unir en vano cadenas de deseos, fructíferos anhelos convertidos en sutiles sueños, en besos, abrazos que jamás podremos dar.

Escucho un Alá Akbar –Dios es grande- en labios de una madre e intuyo los días demenciales, amargos, la solitaria fatiga de los designios olvidados. Me canso de ser lo que no fui.




Descubrir el Memorial de Potocari y el cementerio en que descansan los restos de 8.372 bosnios musulmanes, asesinados por paramilitares serbo-bosnios y voluntarios griegos en los alrededores de la ciudad de Srebrenica (Ciudad de Plata en serbocroata, enclavada en la región montañosa de Vlasenica cuya principal fuente de ingresos son las minas de sal y el balneario de Crni Guber), hace imposible no constatar lo que el dictador ruso Josef Stalin dijo: “Una muerte es una tragedia, un millón de muertes es estadística”, y lo que la hipócrita política europea y estadounidense permitió mirando hacia otra parte.


Los anónimos muertos y sus anónimos asesinos se convierten en su propio contexto. El horror se convierte en algo absurdo. Huso Guster es sobreviviente del genocidio; huyó por las montañas con su hija y esposa cuando los paramilitares estaban a punto de tomar el pueblo. Ellas murieron en el camino bajo los disparos de los francotiradores. Huso Guster se exilió durante una época en Estados Unidos y actualmente vive en Sarajevo. Mientras sus compañeros –en su mayoría mujeres, viudas, esposas, madres de aquellos que están enterrados en el cementerio comienzan las oraciones por sus muertos pienso que su caso se podría enmarcar bajo otros nombres, otros pueblos: el genocidio de iraquíes, indígenas mayas de Chiapas, palestinos, kosovares, chechenos, etc. Los sobrevivientes se buscan unos a otros, formando familias primitivas, acurrucándose en casas y en refugios improvisados en escuelas abandonadas, buscando seguridad y consuelo en unidades familiares precipitadamente improvisadas, caminando en interminables filas indias huyendo de una muerte segura bajo la lluvia, el frío, el polvo del camino inacabable.





Lo que más le duele a Huso y muchos de los suyos es lo incomprensible de la actitud mental basada en “no pensar, sólo hacer” de los cooperantes de los organismos humanitarios internacionales; en particular, la actitud de las fuerzas holandesas de la ONU, que los abandonaron a su suerte ante sus enemigos. Para él son mercenarios programados para salvar algunas vidas, pero cuando se acaban los contratos, o cuando la cosa se pone demasiado peligrosa, se van, sabiendo que tal vez la gente que han salvado al final será aniquilada.

Para él, la ayuda humanitaria no es más que una cortina de humo cuyo fin es ocultar los errores políticos que los organismos internacionales cometen con su inacción, y los estados lo aprovechan para ocultarse detrás de ella, utilizándola como vehículo de acción política; entonces pueden ser considerados como partes activas del conflicto. Sus palabras son el reflejo puro y duro de una triste realidad: los organismos internacionales han cometido graves errores –como los de Ruanda, la antigua Yugoslavia, Irak, Somalia, entre otros, que al intentar paliarlos a largo plazo crean un problema mayor, porque han conseguido que el genocidio ya no parezca un crimen muy grave por el que los criminales deban ser perseguidos y juzgados.


Participo en silencio de las oraciones fúnebres de los sobrevivientes de Srebrenica y en el fondo no dejo de pensar en las palabras de Nelson Mandela que resumen, para mí, el principio del mal del que germina el odio y la desesperanza usada por los políticos corruptos de todo el mundo para disfrazar de “nacionalismo y seguridad nacional” los crímenes de lesa humanidad que día a día consumen el derecho a vivir de miles de personas en todo el planeta y que, a su vez, es un grito de justicia y esperanza: “En este nuevo siglo, millones de personas viven encarceladas, esclavizadas y encadenadas en los países más pobres del mundo. Están presas en la cárcel de la pobreza. Es hora de liberarlas”.




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Mauricio Chalons (Chiapas, 1970) Fotoperiodista y poeta, egresado del Club Fotográfico de México. Ha sido exposi tor en México y Chi le, colaborador en diversos medios impresos en México, Estados Unidos y actualmente en fotoperiodistes.org, en Cataluña, España; es además corresponsal de la revista The Billionaire, en Europa. Contacto: maikupresse@yahoo.fr