domingo, 25 de octubre de 2009

Presentación de nuestra revista impresa en Jerez, Zacatecas


Ágora No. 6, Otoño 2009



A poco más de año y medio de haber iniciado el proyecto editorial Ágora, la evolución del mismo se ha vuelto palpable tanto en sus contenidos como en su formato. Iniciamos en el mes de marzo de 2008. En aquel entonces nuestra revista contaba apenas con 20 páginas, en su mayoría de corte literario, impresas en papel cultural a una tinta y con un tiraje de 300 ejemplares. Siendo Jerez, Zacatecas el lugar de su elaboración, la distribución se concentró ahí, además del Museo Casa de León Trotsky, en la Cd. de México.



El proyecto prosperó, y de manera trimestral las distintas entregas de nuestra revista fueron brindando cambios paulatinos: tirajes de 500 ejemplares y nuevos puntos de distribución en la Cd. de México. Para el cuarto número de la revista Ágora, fue claro que el rumbo editorial de ésta apuntaba a convertirse en una publicación crítica y analítica sobre temas de actualidad en el ámbito de la cultura y el arte.



Como parte de la estrategia diseñada por el equipo editorial de la revista, fuimos concursantes de la convocatoria Fondo Edmundo Valadés de Apoyo a la Publicación de Revistas Independientes, emitida por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, misma que ganamos en la categoría C: Revistas de arte publicadas en México. Gracias a esto, la revista Ágora ahora consta de 32 páginas interiores (16 de éstas a color), forros a color, y un tiraje de 1000 ejemplares, lo cual nos ha permitido ampliar la distribución de la misma a las ciudades de Jerez, Zac., Zacatecas, Zac., Cd. de México y Tuxtla Gutiérrez, Chis.


Por tal motivo deseamos agradecer a nuestros lectores, al igual que al Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, por su respaldo e interés para que la Revista Ágora continúe en la ruta de su consolidación.

Evento realizado en el Foro Café, de la ciudad de Jerez, Zacatecas. Comentarios a cargo de Adrián Franco, Filiberto García y Manuel del Riego. Al evento asistió la Lic. Alma Araceli Ávila Cortés, Presidenta Municipal de Jerez, Zac.

El TLCAN limitó el potencial de México

pr Ricardo Raphael


Turco de origen, Dani Rodrik es uno de los economistas más influyentes en la academia estadounidense. En la escuela John F. Kennedy de Harvard ha sido formador de muchos gobernantes latinoame ricanos.


Se asume a sí mismo como un pensador pragmático y combate el papel excesivo que las ideologías han jugado en nuestro continente a la hora de formular la política económica.

Acusa a los gobernantes de escudarse tras las faldas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional para eludir sus propias responsabilidades.

Señala a México, al igual que a Turquía, por haber sido países poco innovadores. Los encuentra perezosos por haber limitado su energía intelectual a integrarse, el primero en la región norteamericana y el segundo, en la Unión Europea.

Advierte también que el TLCAN no le será tan útil a los mexicanos para hacer avanzar su situación económica. Se trata de un mero acuerdo comercial sin demasiadas aspiraciones.

En los últimos 25 años nos creímos en México que había una sola ruta para lograr el crecimiento de nuestra economía. Fuimos muy disciplinados a la hora de seguir las recetas del Consenso de Washington y sin embargo, ahora nos encontramos con una de las tasas de crecimiento más pobres en América Latina. ¿Dónde nos equivocamos?

El Consenso de Washington fue inspirado por el deseo de conducir la política económica para que fuera amigable con el mercado. Y la idea no era mala pero en un gran número de países se implementó como un recetario muy rígido. Mientras tanto, dejó de prestarse suficiente atención a las soluciones locales que hubieran podido resolver de mejor manera los problemas. Ahora nos damos cuenta de que los países exitosos son aquellos que supieron mezclar virtuosamente los elementos del Consenso de Wa-shington, con innovaciones originales de política económica, basadas en la realidad local.

Para profundizar, ¿cuáles son las diferencias que se observan entre las políticas económicas seguidas por los países asiáticos y las de América Latina?

Precisamente, una diferencia interesante en la política económica de Asia es su pragmatismo. En cambio América Latina es muy ideológica. Creo que las discusiones sobre política económica latinoamericana tienden a gravitar entre un extremo y el otro: o estás a favor del mercado, o estás por la intervención del Estado. Y dependiendo del momento, una opción prevalece sobre la otra. Demasiada ideología es creer que si dejamos al mercado funcionar libremente todo va a estar bien; o lo contrario, que el mercado siempre falla y entonces lo que necesitamos es un Estado fuertemente regulador para corregir los problemas.

En Asia la discusión sobre política económica nunca es así. Frecuentemente se dice: “Tenemos un problema, ¿cómo lo resolvemos?” A veces van a dejar al mercado funcionar libremente, a veces van a preferir el control del Estado, y muchas veces van a tener los dos funcionando juntos. A un lado de ese pragmatismo está la voluntad de probar opciones diferentes. Como dice el proverbio chino: “mientras el gato atrape a los ratones, no importa cómo lo haga.”

La política industrial ha jugado un papel particularmente importante en Asia. ¿Usted sugeriría observar en México lo que hicieron los países asiáticos para relanzar la industria nacional?

Sí lo haría pero, otra vez, sin que se vuelva una nueva fórmula en la que, básicamente, ves lo que hizo Corea del Sur y tratas de hacer lo mismo. O lo que hizo Taiwán o China para imitarles.

Creo que la lección de Asia tiene que ver con un proceso pragmático de colaboración entre el gobierno y el sector privado. Contrariamente a lo que se cree en América Latina o en México, cuando el sector privado viene a pedir algo, la mayoría de las veces es por una buena razón y no sólo por asuntos relacionados con la corrupción o para buscar un beneficio particular.

La política industrial ha de ser una forma de ver las cosas, una perspectiva; no únicamente una serie de subvenciones, de intervenciones o de incentivos fiscales, todo eso puede resultar de esa perspectiva, siempre y cuando sepas lo que estás haciendo, y si esas políticas corresponden a objetivos precisos y claros, y previamente pactados.

A veces sólo necesitas cambiar la legislación, sin tener que sacar nada de dinero; a veces se requieren incentivos fiscales o subsidios. Obviamente el gobierno necesita tener la capacidad de distinguir entre el interés particular y los beneficios generales. Necesita de capacidad de discernimiento, pero creo que hoy la mayoría de los gobiernos la tienen.

En México, una buena parte de la población está convencida de que el FMI, el Banco Mundial y la OCDE terminan imponiendo un modelo económico rígido. ¿Qué respondería?

Creo que están en lo correcto, hasta en un cierto punto. El régimen internacional redujo progresivamente el espacio en el cual se podían buscar innovaciones institucionales, pero también hemos exagerado mucho la naturaleza de estas limitaciones.

Si dejamos de ver a esas grandes instituciones para concentrarnos en los inversionistas internacionales —en las empresas multinacionales o en los mercados financieros— terminaremos descubriendo que ninguno de ellos tiene ideología. Sólo creen en el éxito. Por tanto, su dinero va a dar donde se pueda ganar más. Hoy se va a Asia, porque Asia encontró una fórmula que está funcionando, y a estos inversionistas no les importa si se están haciendo las cosas de una manera económica poco ortodoxa.

Malasia, por ejemplo, en 1997 implementó un control estatal para impedir la fuga de capitales que se originó como producto de la crisis financiera asiática; el FMI dijo que se habían excluido solos de la economía mundial y todos los mercados financieros anunciaron que nunca jamás regresarían a Malasia. Cuando este país se recuperó, en parte gracias al control sobre los capitales, el dinero volvió a fluir a este país como si nada hubiera ocurrido.

Aunque el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o el Tesoro de EU tengan su propia ideología, los mercados internacionales no tienen ninguna. Por ello que aquellos países que hacen lo correcto pueden prosperar, siempre y cuando sean exitosos en lo que decidieron.

Creo que muchas veces son los políticos locales quienes se esconden detrás de las agencias o de las reglas internacionales. Lo hacen porque es una manera cómoda de evadir su responsabilidad, una manera de hacer las cosas con un mínimo de trabajo político en su país.

Porque es mucho más fácil hacer las cosas y luego justificarse diciendo que fue lo que el FMI obligó a que se hiciera, en lugar de construir un acuerdo social alrededor de una serie de soluciones más específicas.

Según yo, la razón por la cual el BM y el FMI, muchas de las veces parecen imponer el mismo tipo de soluciones es porque los gobiernos les devuelven la batuta diciendo “mejor dígannos ustedes qué hacer” Y cuando reciben esa solicitud, pues evidentemente las instituciones les dicen lo único que saben hacer.

¿Cree que la Unión Europea sigue siendo un modelo para enfrentar la incertidumbre y los problemas derivados de la globalización económica?

Lo que la Unión Europea está intentando hacer es construir algo así como los Estados Unidos de Europa, y si uno estudia la experiencia histórica de los Estados Unidos de América se da cuenta de cuánto tardó y qué tan difícil estuvo, y hasta fue necesaria una guerra civil muy sangrienta para lograr ese sentido compartido de lo que debían ser las reglas del juego para la nación entera.

¿Tal vez la Segunda Guerra Mundial fue esa gran guerra civil de Europa?

Tal vez y no hay que sorprenderse de que el camino sea tan difícil. Europa sigue siendo la parte del mundo que tiene la probabilidad más grande de construir una comunidad política original, al mismo tiempo que establece una zona económica integrada.

La única forma de lograr tener una economía completamente integrada es teniendo también una comunidad política que apoya dicho mercado económico regional. Por eso creo que es una visión coherente para el futuro, pero también van a haber muchas trabas en el camino.

Algunas voces han planteado que el TLCAN podría llevar a México hacia una unión similar con Canadá y EU. ¿Lo cree posible?

Es diferente porque toda esa infraestructura legal y política que la Unión Europea está intentando construir no está presente en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Este último se limita a un simple acuerdo comercial con unas pocas extensiones en otros ámbitos, tales como servicios, inversión o medio ambiente.

La Unión Europea, en cambio, tiene toda una serie de reglas que rebasan las 100 mil páginas y siguen creciendo mientras estamos hablando.

Es un intento mayúsculo por crear toda esa infraestructura regulatoria y legal dentro de una economía regional.

No veo nada parecido en el contexto del TLCAN y eso lleva consecuencias desafortunadas. Las fuerzas de convergencia económica que se van a dar probablemente en la Unión Europea —donde las regiones atrasadas tienen mucho más potencial de alcanzar a las más avanzadas— no creo que vayan a operar de la misma manera para México dentro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Siendo usted de origen turco, ¿diría que naciones como Turquía o México, colocadas justo en medio entre el mundo desarrollado y el mundo en desarrollo, tienen alguna ventaja competitiva respecto a otras colocadas en la periferia?

De cierta forma estos dos países sí han podido aprovechar las ventajas de encontrarse cerca de los mayores centros económicos; Estados Unidos por una parte y la Unión Europea por otra. Y han tenido la perspectiva de recibir un acceso preferencial a ambos mercados, poseen además cierto grado de integración con esos poderes económicos mayores, y han aprovechado todas las ventajas que tal cosa implicaba.

Por otro lado, también han tenido todas las desventajas de estar demasiado cerca de estas áreas y eso llevó consigo una cierta pereza intelectual y política sobre el rango de las reformas y de las innovaciones institucionales que debían emprender.

Hoy en día, en Turquía toda la discusión sobre las reformas institucionales se limita a cómo adaptar a la Unión Europea todas las leyes y regulaciones propias. Y creo que desde hace mucho tiempo en México la cuestión de la reforma institucional se resume más o menos a lo mismo, a cómo integrarse convenientemente en América del Norte.

Usted ha analizado aquellas instituciones que no son estrictamente económicas y que también resultan importantes para el crecimiento. ¿Cuáles le parecerían fundamentales para ayudar a México en su desarrollo económico?

Una cosa que hemos aprendido sobre el funcionamiento de la economía de mercado es que requiere de muchas instituciones. La primera noción del capitalismo, la de Adam Smith, la visión que dominó el siglo XIX y la que siguen predicando hoy los libertarios (neoliberales), de que el mercado sólo necesita lo mínimo del Estado —un Estado que básicamente provea seguridad pública, defensa de los derechos de propiedad, y administre justicia— es insuficiente.

Los mercados no se crean solos, no se regulan, no se estabilizan y no se legitiman solos. Requieren de arreglos para estabilizar sus variables macroeconomicas, las monetarias y las fiscales. Y también necesitan de instituciones que otorguen confianza frente al funcionamiento del mercado: mecanismos de seguridad social, salud y educación, redes de solidaridad, transferencias sociales, las normas relativas al medio ambiente; y por supuesto, la democracia política que es una institución fundamental de legitimación para los marcados. Los mercados funcionan mejor cuando están integrados en todas esas instituciones.

Sin embargo, eso no significa que uno puede desarrollar estas instituciones de un día para otro; evidentemente no es posible. Creo que el ejemplo de China demuestra cómo se puede hacer de una manera progresiva y estratégica. Tampoco significa que esas instituciones tienen que tomar una forma particular, la que existe en EU, Suecia o China.


Fuente:
El Universal

ricardo.raphael@eluniversal.com.mx

miércoles, 21 de octubre de 2009

Presentación de la revista Ágora No. 6, Otoño 2009 en Jerez, Zac.


Foro Café
Plaza Principal No. 10 Altos
Centro Histórico
Jerez, Zacatecas

20:30 hrs

lunes, 12 de octubre de 2009

La absoluta falsedad del relativismo

por Bob Moosecon

LA DECADENCIA DE OCCIDENTE

Nada asusta más al moderno hombre occidental que el tener razón. Por otro lado, acongojado por un complejo de culpa que le hace avergonzarse incluso de lo que Occidente ha hecho bien a lo largo de la historia, se pasa el día entero pidiendo perdón al resto del mundo, sin obtener más que una sonrisa desdeñosa, en el mejor de los casos, o la sonrisa desdeñosa y peticiones de más fondos para el desarrollo, en el peor.



El resultado es que no consigue ni que le perdonen ni que le estén agradecidos por la enésima transferencia bancaria. A nadie le gustan los llorones, y a los desfavorecidos por la fortuna menos. Serán pobres, pero conservan su dignidad. Por eso, la visión de alguien lamentándose de cosas pasadas en las que no ha tenido arte ni parte no puede dejar de causarles repulsión. Ellos, en su lugar, nunca lo harían.

Esa mala conciencia histórica del hombre occidental de esta hora no es histórica en absoluto. Si, en vez de Cuentos de Hadas, en los colegios del último medio siglo se hubiera enseñado Historia, aquél sabría que todas las culturas que en el mundo han sido han tenido su momento de gloria, y que todas lo han aprovechado para dominar a otras diferentes, en la mayoría de los casos con muchos menos miramientos que los mostrados por los tan denostados occidentales (ahora mismo estoy pensando en los pobres aztecas, sometidos por los españoles de Cortés: éstos eran tan pocos, que si no hubiera sido por lo hartos que estaban los tlaxcaltecas de aquéllos, no hubiera quedado ni uno). Los occidentales no sólo se afanaron por explotar minas y cultivar tierras, además estaban obsesionados con construir hospitales, escuelas y alcantarillas adondequiera que iban; y encima pensaban que era su obligación.

Es cierto que Estados Unidos, el campeón de la libertad, tiene en su haber el baldón de dos siglos de esclavitud. Pero esos dos siglos son una gota comparada con el océano de miles de años en que los propios africanos se esclavizaron entre sí. Los tratantes de esclavos occidentales no iban a África porque pensaran especialmente que los negros eran una raza maldita, sino porque allí el de la esclavitud era un negocio floreciente y con una larga tradición, de la que podían dar testimonio los mercaderes musulmanes del Océano Índico, quienes, como sus colegas occidentales siglos después, simplemente esperaban en la costa a que el reyezuelo de turno les ofreciera la mercancía. Y sin embargo nadie exige a los primeros o a los segundos que pidan perdón por ello. A los occidentales sí, y ni siquiera sirve como atenuante el que fueran los propios occidentales quienes más lucharon por erradicar la esclavitud.

¿Qué fue lo que convirtió la "carga del hombre blanco", como llamó Rudyard Kipling a la extensión de los valores occidentales al resto del mundo, en la carga del hombre blando, la tiranía de la penitencia de que habla Bruckner? Buscando, buscando, podríamos decir que la culpa fue de Einstein y su teoría de la relatividad; pero como quiera que no era ésa su intención, que fue una consecuencia no deseada, será más justo sentar en el banquillo de los acusados al gacetillero de principios del siglo pasado que tuviera la idea de encabezar una crónica con el siguiente titular: "Nada es absoluto, todo es relativo, dice Einstein"; con la consecuencia de que la relatividad se convirtió en relativismo y el tocino en velocidad.

En descargo de Einstein, justo es reconocer que se horrorizó al ver lo que hacían con su teoría, una teoría pensada para la esfera objetiva del mundo, nunca para la subjetiva. Einstein era creyente; aunque no era practicante, reconocía la existencia de Dios. Por eso, no tenía ninguna duda de que el Bien y el Mal eran normas absolutas, fácilmente distinguibles, y no relativas y dependientes de las circunstancias. La consecuencia de ese error fue la ruptura de la sociedad occidental con la fe y la moral judeocristianas, que le habían dado su ser y sin las cuales nadie sabía muy bien en qué podía acabar convirtiéndose.

Casi cien años después, está mucho más claro en qué se ha convertido la antaño orgullosa civilización occidental: en sociedades que ya no saben lo que son pero sí lo que no quieren ser. Sociedades con problemas de identidad. Y cuando uno padece ese mal, cualquier identidad le parece mejor que la suya; y no repara en que, muy probablemente, todas esas personas cuya identidad envidia desearían poseer la que él rechaza.

En consecuencia, el moderno hombre occidental ha dejado de distinguir la verdad de la mentira; está dispuesto a aceptar como verdadero lo que le digan que lo es con tal de no tener que decidir él, sobre todo si su interlocutor no tiene reparo alguno en recurrir a la violencia para imponer (algunos dicen "defender") sus puntos de vista. Ya no sabe lo que es la verdad, pero tampoco quiere saberlo, y cuando de alguna manera intuye que algo lo es, tiembla pensando en la posibilidad de que le toque tomar partido y, en consecuencia, quitarle la razón a la otra parte; a menos que esa otra parte sea la religión cristiana, los valores tradicionales europeos o el Estado de Israel. Entonces ya no verá dificultades, y hasta se alegrará de hacerlo.

Si es que, en el fondo, es tan fácil tenerlo contento...


Fuente: Libertad digital
© Semanario Atlántico
BOB MOOSECON (moosecon@semanarioatlantico.com)

domingo, 11 de octubre de 2009

¿Debe el arte imitar o regular la moral social?

por Julio Aguilar
cultura@eluniversal.com.mx


Organizaciones en defensa de los derechos de la niñez debaten sobre la sexualidad de los menores en las artes


No es uno de los mejores libros de Gabriel García Márquez pero ya es uno de los más polémicos. Desde su aparición en 2004, Memorias de mis putas tristes ha sido un libro que ha suscitado un gran debate pero no por motivos literarios sino por razones morales. Este relato, en el que un anciano decide celebrar sus 90 años pagando una noche de sexo con Delgadina, una adolescente de 14 años de la que termina por enamorarse, ha provocado una reacción pocas veces vista en México contra una obra literaria.


Desde 2004, la entonces diputada federal Angélica de la Peña, del Partido de la Revolución Democrática, convocó a boicotear la venta del libro durante un foro sobre explotación sexual infantil organizado por la Cámara de Diputados. Según la diputada, el libro escrito por el Premio Nobel de Literatura es una apología de los pederastas y de la explotación sexual infantil.

El llamado al boicot no prosperó y las críticas contra la novela de García Márquez bajaron de tono hasta que remontó el 5 de octubre pasado, cuando la activista Teresa Ulloa decidió presentar en Puebla una denuncia penal contra quien resulte responsable por el delito de apología de la prostitución infantil.

Ésa fue la reacción de Ulloa y de otras activistas ante la noticia de que el relato escrito por el Nobel sería adaptado al cine. La historia sería filmada por el director danés Henning Carlsen y el proyecto sería cofinanciado por el gobierno de Puebla. Ante la presión, hoy ese financiamiento público está cancelado y el rodaje se ha pospuesto; sin embargo, en algunos sectores continúa vivo el debate sobre la conveniencia de llevar el relato a al cine, sobre el contenido moral de Memoria de mis putas tristes e incluso sobre un supuesto compromiso que deben asumir los creadores para no incitar a conductas ilícitas.



Los peligros de la piel infantil

Este tipo de debates, de reciente aparición en Hispanoamérica, desde hace años es recurrente en otros ámbitos culturales, en particular en el mundo anglosajón. El repudio a la novela Lolita, de Vladimir Nabokov y a sus adaptaciones al cine quizá sean los casos más célebres, pero hay muchos más.

Justo cuando se inició en México la polémica sobre Memoria de mis putas tristes, estalló en Gran Bretaña la polémica por la exhibición del retrato de una niña desnuda en la Tate Modern Gallery de Londres. Después de recibir denuncias, Scotland Yard “sugirió” a la institución que retirara la foto incluida en la exposición Pop Life. La imagen tomada por Richard Prince reproduce una obra del fotógrafo de modas Garry Gross, quien en 1975 retrató a una niña llamada Brook Shields para la revista Sugar & Spice. Brook tenía diez años y desde entonces hacía carrera de la mano de su madre para convertirse en estrella.

La obra, que fue considera una “invitación a los pederastas”, despertó los fantasmas de una sociedad que a veces puede ser muy sensible ante la exhibición de imágenes de niños sexualizados, pero en otras ocasiones puede ser muy permisiva. Por ejemplo, cuando de nuevo Brook Shields, ya adolescente, posó para la célebre campaña de pantalones vaqueros “¿Sabes lo que hay entre mis Calvin y yo?, con imágenes de Richard Avedon. Si bien las fotografías fueron censuradas en varios lugares, el éxito de la campaña entre la gente de a pie fue rotundo.

Los mismos vientos soplan en países tan lejanos como Australia. Hace un año, la activista Hetty Johnston advertía en los medios de comunicación de su país: “Cuando el arte y la pornografía chocan, no debemos equivocarnos con los niños. Como está claro que algunos en el mundo de las artes son incapaces de hacerlo, nosotros debemos poner un hasta aquí y decir: esta es una zona prohibida”.

La razón del enojo de Johnston era la publicación del retrato de una niña desnuda en la portada de Art Monthly, una prestigiosa revista que circula en países anglosajones, cuya edición australiana se financia con fondos públicos.

La pequeña modelo fue retratada por su propia madre, la fotógrafa Polixeni Papapetrou, pero ése no fue un atenuante para que incluso Kevin Rudd, el Primer Ministro australiano, opinara: “No puedo tolerar esa cosa… Aquí estamos hablando de la inocencia de una pequeñita. Una criatura no puede responder por sí misma sobre si desea ser retratada de esa forma”.

En México, la aparición en años recientes de organizaciones en defensa de los derechos de la infancia que han hecho suyos el discurso y la teoría de los activistas europeos y estadounidenses, ha comenzado a poner en la agenda informativa los debates sobre la sexualidad de los menores tratada en las artes visuales y la literatura.



Si tuvieras 13 años…

“…La moda reciente nos viene del extraño caso del puritanismo gringo. Asombra que el país con la mayor producción de pornografía, de juguetes sexuales, el país donde nació el dark room de los bares gays, sea tan gazmoño en cuanto a la sexualidad adolescente y llegue a ejecutar actos abominables como la condena a una joven de 17 años que se la mamó a su amigo de 16”, comenta Luis González de Alba por correo electrónico, a propósito del tabú que se impone entre los adultos cuando se trata de hablar sobre la vida sexual de los menores de edad.

Echando mano de su formación como psicólogo, González de Alba ha reflexionado en artículos y ensayos sobre “la negación a decidir sobre el empleo del propio cuerpo” que la sociedad contemporánea impone a los niños y adolescentes. “Pero el asunto complicado es otro: no la sexualidad entre adolescentes, sino con adultos. Existen, y conozco de cerca varios casos, adolescentes a quienes les atraen sexualmente los adultos. Es un hecho”, dice el escritor y psicólogo, pero matiza: “Por el contrario, me parece criminal que un adulto, para conseguir una relación sexual con un menor, amenace o use de alguna forma su nivel social superior como adulto…”

Como novelista, González de Alba ha tratado la pedofilia en El sol de la tarde, una novela que expone incluso con mayor crudeza que Memoria de mis putas tristes la atracción sexual de un adulto hacia los adolescentes. Sin embargo, el libro no provocó críticas por el tema planteado cuando fue publicado en 2003 por Plaza & Janés. Por ironías de la vida, la mayor parte del tiraje al poco tiempo fue destruido no por su contenido transgresor sino porque la edición tenía cambios no autorizados por el autor.

¿El novelista hizo una apología de la pedofilia en aquel libro? Él mismo responde: “No es ninguna apología, sino la simple descripción de un personaje que, cuando un joven adulto le ofrece la posibilidad de una relación amorosa,dice con tristeza y sarcasmo: ‘Quisiera ser un homosexual normal… como tú… jeje…’ El conflicto se da en mi novela, muy claramente, con la exclamación: ‘¡Carajo! David, ¿por qué no tienes 13 años? ¡Estaría perdidamente enamorado de ti!’”

Para la investigadora Nashieli Ramírez, las obras de arte toman de la realidad costumbres que, en efecto, en el mundo real pueden considerarse como atentatorias contra los derechos de minorías, como los menores. Acepta que sólo son reelaboraciones pero, documentada en estudios sobre el tema, afirma que esas obras ayudan a continuar roles de masculinidad tradicionales, machistas, que reafirman una certeza de poder.

Sin embargo, la coordinadora de la organización Ririki Intervención Social de la Red por los Derechos de la Infancia en México, rechaza la censura de cualquier libro o película.

“Hace 20 años no habríamos tenido esta discusión. Es un avance, forma parte del crecimiento de la conciencia de la tolerancia en la sociedad y ante ello no debemos reaccionar con intolerancia. En todo caso se puede aprovechar el contenido de esas obras para crear conciencia sobre los problemas en el mundo real; con el mundo de la ficción no hay problema”, explica la activista y continúa: “Hay que tener claro que en el caso de Memoria de mis putas tristes lo que detonó el enojo fue que el financiamiento de la película iba a salir del gobierno de Puebla y eso era casi una burla, una provocación del gobernador. Además de que el debate sobre la pedofilia en su obra debe de haber sido difícil de comprender desde las referencias culturales de su generación, estoy segura de que el Nobel debió de haberse desconcertado con la reacción que provocó la participación del gobierno poblano en la película si él no sabía eso”.

“Finalmente, para decidir si leemos o no un libro como Memoria de mis putas tristes hay que recurrir al principio de elección. Si te molesta, no lo leas y no se lo recomiendes a tus hijos, pero la censura, nunca; eso va contra los principios de la tolerancia”, concluye la activista.

Para quienes, a raíz de este debate, han exigido que los creadores tienen el deber de asumir una posición moral en sus obras, González de Alba, un luchador social en el movimiento estudiantil del ‘68, que padeció el peso del autoritarismo con la cárcel, responde: “El único compromiso moral que siento al escribir es el de escribir lo mejor que puedo y no hacerme concesiones ni ahorrarme trabajos. Creo que la literatura toca precisamente esos conflictos entre la moral de una época y los conflictos personales: si la obra de García Márquez es apología de la paidofilia (prefiero “ai”, como se escribe en griego, y no “e”, como se pronuncia, porque suena muy feo en español) entonces debemos concluir, necesariamente, que Madame Bovary y Ana Karénina lo son del adulterio, Crimen y castigo, del homicidio con robo, y Edipo rey, del incesto con parricidio”.


Fuente: El Universal

Cortar alas al “hiperpresidencialismo”

por Ricardo Raphael
politica@eluniversal.com.mx
Domingo 11 de octubre de 2009



En el mundo no hay muchos intelectuales que provoquen tanto respeto como lo hace el profesor Giovanni Sartori. Ese gran teórico de la política contemporánea y reconocido arquitecto de las constituciones democráticas


Tenía que ser florentino.

En el mundo no hay muchos intelectuales que provoquen tanto respeto como lo hace el profesor Giovanni Sartori. Ese gran teórico de la política contemporánea y reconocido arquitecto de las constituciones democráticas.

Ha recibido el Premio Príncipe de Asturias, es doctor honoris causa por la UNAM y por las universidades de Génova, Georgetown, Guadalajara, Complutense, Bucarest y Buenos Aires.

También es comendador de la Orden du Cruzeiro du Sul otorgada por la presidencia de Brasil.

De todos los reconocimientos que ha recibido a lo largo de sus 85 años de vida, el que más parece hacerlo feliz por estos días es el de constituirse en gran detractor de Silvio Berlusconi, quien recientemente ha sido bautizado por Sartori como El Sultán democrático.

Los italianos han sustituido con este apelativo el que solían utilizar para referirse al líder de Forza Italia. Por obra de la pluma del profesor, Berlusconi es hoy Il Sultano y no más Il Cavallieri.

En una rápida visita que realizó a nuestro país durante la última semana del mes de septiembre, se celebró la siguiente entrevista en la que este ilustre politólogo volvió a demostrar el profundo conocimiento que tiene de la realidad política mexicana.

Profesor Sartori, en estas fechas se discute en México sobre los ajustes al sistema político que permitirían consolidar nuestra democracia. A su juicio, ¿qué deberíamos revisar antes de realizar eventuales reformas al Estado?

Ya no creo en grandes reformas, ni en nuevas constituciones inventadas desde cero. Se producen constituciones muy pobres. En cuanto a las reformas soy minimalista. Sugiero tan sólo la revisión de algunos aspectos para que la Constitución mexicana siga siendo una buena Carta Magna.


Usted sugirió hace algunos años la idea de introducir la “segunda vuelta” en el sistema político mexicano.

Yo propuse para México la segunda vuelta presidencial y todavía lo hago.

Daría estabilidad al mandato del jefe del Ejecutivo.

En México se teme que la segunda vuelta en la elección presidencial, sin segunda vuelta en la elección para el Congreso, produzca debilitamiento en el Ejecutivo.

En Francia, el sistema de la doble vuelta para la Asamblea ha sido maravilloso. En Alemania va muy bien, en Italia todos demandamos una segunda vuelta en el Parlamento… pero ahí mi voz ha sido acallada por la voz de Berlusconi.

Para México, en cambio, yo pienso que podría ser malo, porque durante demasiado tiempo hubo una distribución histórica de los votos que le permitió al PRI ganar alrededor del 80% de los asientos en el Congreso. Esto hay que tomarlo en cuenta. Si hay un equilibro estable entre derecha e izquierda, el sistema de doble vuelta puede ser muy bueno. Si tal no es el caso —y todavía no sabemos si en realidad lo es— entonces con el sistema de segunda vuelta, el PRI podría ganarlo todo de nuevo.

Algunos senadores han propuesto la ratificación por parte del Congreso para los miembros del gabinete presidencial. ¿Cómo valora esta iniciativa?

Pienso que los mexicanos han inventado un nuevo tipo de sistema presidencial, uno muy distinto al que existe en el resto del mundo. El sistema presidencial nunca ha marchado bien en Sudamérica.

En cambio en México ha funcionado hasta ahora —a veces con excesos— pero es un sistema genial. Su éxito es comparable con el del sistema francés que es un gran invento.

¿Deberíamos los mexicanos apreciar mejor nuestro sistema político?

Han de recortar las alas del hiperpresidencialismo. Deben de dar más poder al parlamento pero, en general, el presidencialismo mexicano seguiría siendo único. Me parece, de hecho, que debería de servir de ejemplo para otros sistemas de América Latina.

En revancha, si no se tiene experiencia en el sistema parlamentario, de la noche a la mañana no se puede implantar. Si México empieza de cero porque no tiene práctica con este sistema es muy probable que aquí resulte un desastre. Conduciría a un gobierno rebelde y a un parlamento ingobernable. El sistema parlamentario de Inglaterra funciona muy bien porque ha estado vigente durante un par de siglos. Los parlamentarios ahí son muy correctos y educados entre sí. Por ejemplo si en Inglaterra 10 miembros de un partido tienen gripa y no pueden asistir a una sesión importante, el partido en cuestión llama por teléfono al otro partido y dice: “mira, tenemos 10 miembros que no vendrán.” Entonces el otro partido instruye a 10 de sus miembros para que tampoco asistan y con ello se equilibran de nuevo los votos. Esas son las reglas del juego. Es muy elegante. No creo que eso pase fácilmente en México, ni en Latinoamérica.

El punto es que los sistemas parlamentarios no funcionan necesariamente bien. Y en la realidad muchos de ellos funcionan muy mal. Así ha ocurrido en el pasado. La Cuarta República francesa funcionó muy mal. En Italia, la misma situación. Ustedes solamente tienen práctica con el sistema presidencial, no pierdan esta práctica y traten de mejorarla. Ese sería mi consejo.

¿Qué opinión le merece la idea de introducir en México la figura de la revocación de mandato?

Me asusta mucho porque lo que generalmente se tiene en las constituciones democráticas, específicamente en las de corte presidencial, es el juicio político; una institución estrictamente regulada y que tiene muchos requisitos para prosperar. Pero esto es diferente a la revocación de mandato; un dispositivo muy vago y por ello peligroso. El presidente puede ser enjuiciado políticamente pero es una mala idea enviarlo a casa por una revocación injustificada a la mitad de su mandato.

Usted ha insistido con reforzar al Congreso mexicano a través dela reelección de los legisladores.

En México la no reelección consecutiva ha sido un importante instrumento de poder y de control. De hecho ayudó para que el PRI mantuviera mayoría en las posiciones políticas, incluyendo los cargos burocráticos.

Los miembros del parlamento amables con el presidente eran y siguen siendo recompensados. En cambio, los desobedientes no consiguen luego trabajo. Se ha tratado de un fuerte instrumento de manipulación y el PRI lo utilizó frecuentemente. Por lo tanto, yo recomiendo reforzar al parlamento —la independencia del parlamento— por medio de la reelección.

Los críticos de esta propuesta advierten que, de permitir la reelección consecutiva en un país como México, donde los poderes fácticos (los económicos, los sindicales, los vinculados al crimen) pueden manipular las elecciones, sería altamente perjudicial. ¿Cuál es la diferencia entre manipular la primera elección y la segunda elección?

México tiene ahora elecciones muy creíbles. En el mundo las elecciones mexicanas ahora son creíbles. El IFE ha funcionado muy bien y yo no veo por qué el argumento de la manipulación habría de aplicar para el segundo mandato y no para el primero. Si la primera elección es manipulada, muy mal.

Debe eliminarse la manipulación y con ello queda también a salvo el segundo periodo electivo.

¿Qué opinión le merece la figura del veto presidencial?

En México hace falta una reforma para otorgarle al presidente lo que se denomina el veto parcial. Esto quiere decir que el Ejecutivo no sólo tenga la facultad de vetar el paquete completo de una legislación, sino también cada una de las partes que la integran.

Si existe el veto parcial, el Ejecutivo no tiene por qué estar sometido al dilema indeseable de desechar toda una iniciativa suya reformada por los legisladores, porque siempre podrá usar su lápiz, quitar lo que no le parezca y conservar en su lugar las cosas que valore como buenas. Es para mí un instrumento muy importante para el buen gobierno.

Como especialista de las relaciones entre los medios de comunicación y la democracia permítame preguntarle sobre el papel de la televisión en México. Usted es un experto en esto…

Bueno, yo escribí un libro… lo cual no significa que sea un experto, el Homo videns… en Italia, que es el caso que yo conozco, tenemos no dos, sino una sola empresa en la televisión privada, la del señor Berlusconi, o presidente Berlusconi. La audiencia televisiva en Italia ha sido siempre controlada por los políticos y los partidos. Hoy Berlusconi controla, en realidad, el 95% de la televisión italiana. Esto es peor que lo que tienen ustedes en México.

Yo no sé qué discusión tengan sobre la televisión pública. En Italia yo siempre digo: “la televisión pública debe sobrevivir a pesar de los costos, porque una vez que la eliminas nunca regresará”.

La televisión pública puede ser mediocre, buena o mala, tener audiencias menores, pero ese no es el punto; la televisión ahora, en la era de la telecracia o videocracia, tiene importantes funciones educativas.

Los niños están acostumbrados a la internet, están acostumbrarnos a la televisión, ellos no están realmente habituados a leer muchos libros; entonces la función educativa de la televisión se vuelve vital y debe ser desarrollada.

Yo pienso que con la televisión comercial esto nunca va a pasar.

La televisión comercial está dedicada a producir dinero, tiene que hacer tanto dinero como sea posible; de ahí que la calidad de la televisión privada sea por lo general muy mala.

Bajo estas condiciones, el debate se desarrolla entre dos polos: cantidad versus calidad. La televisión comercial es cantidad y si se elimina la televisión pública todo será cantidad.

Sería un golpe bajo. Deben seguir teniendo una televisión pública, la cual actúe por el interés público, que no sea adicta al dinero y que también tenga un propósito educativo. Aunque la audiencia no sea superior al 3%, ese 3% multiplicado en importancia, vale mucho a la hora de construir opinión.

Parece que en el mundo y ahora en México, los partidos de izquierda están viviendo una crisis de identidad y de organización…

La izquierda está en problemas en todos lados. Pienso que el problema radica en que los partidos marxistas o comunistas —partidos viejos cuyo sistema de creencias quedó rebasado— no han logrado renovarse. ¿Qué queda de la izquierda?

En el pasado, la verdadera diferencia entre la izquierda y las demás fuerzas políticas era la defensa que se hacía delEstado de Bienestar.

Sin embargo, a excepción de casos contados como el sueco, las instituciones de esta suerte de Estado han sido destruidas por la globalización.

Supongo que en Suecia han sobrevivido porque ahí a la gente le gusta pagar impuestos. Pero en otros lados, ¿quién paga por el Estado de Bienestar?

La economía exige precios de mercado y si quieres competir no puedes excederte con los impuestos. Por lo tanto, no existe un margen para sufragar el costo del Estado de Bienestar. Yo estoy muy preocupado por esto.

Con todo, estoy convencido de que la izquierda, la buena izquierda, debe permanecer orientada hacia el bienestar.

Ocho de cada 10 ciudadanos mexicanos no confían en los partidos, ni en los políticos. ¿Qué les diría usted a todas estas personas?

Bueno, los políticos no son muy queridos, ni aquí ni en otros países. Y el principal motivo es la corrupción. Entre más corruptos son los políticos, más gente se siente enojada. Es una mala propuesta pagarle al Estado sin poder contar en revancha con un buen gobierno. Mientras la gente siga pensando que “los funcionarios se hacen ricos gracias a la política,” no tendremos nunca un gobierno democrático y a la vez popular.


*Esta entrevista será transmitida íntegramente el día de mañana (lunes 12 de octubre) a las 22:30 horas en el programa ESPIRAL del Canal 11



fuente: El Universal

martes, 6 de octubre de 2009