sábado, 12 de abril de 2008

Año 1 | Número 1 | Primavera 2008

por Adrián Franco

«No debemos creer a los muchos que dicen que sólo se ha de educar al pueblo libre, sino más bien a los filósofos que afirman que sólo los cultos son libres»
Discursos

Epicteto

Filósofo romano nacido esclavo

La inspiración y la curiosidad, palabras hermanadas en el terreno de la lógica, comparten apenas un atisbo de concordancia en el mosaico habitual de la vida moderna. En una época como la nuestra, donde el desarrollo vertiginoso de la tecnología y las comodidades que de ella resultan se han convertido en el principal objeto de la curiosidad colectiva, el espacio propio para la reflexión y el análisis ha quedado supeditado a la satisfacción no por descubrir, sino por convertirnos en simples usuarios de un torrente interminable de novedades comerciales, y a menudo transitorias.

A fuerza de la costumbre, se ha fortalecido la idea de que la cultura sirve sólo para alimentar egolatrías y despreciar todo aquello que se encuentre fuera del ámbito del arte y el conocimiento. Nada más equivocado que esto. Por el contrario, la cultura invita a la reflexión, y en consecuencia cobra un efecto inmediato sobre muchas otras facetas de la convivencia social. La cultura reflexiva nos conduce a ser críticos y también autocríticos, despierta la curiosidad y el interés por aprender cuestiones innovadoras, amplía nuestros criterios y facilita la comprensión de puntos de vista diferentes al propio, estimula la imaginación y transforma la pasividad y el conformismo en creatividad no sólo para el arte, sino para la vida cotidiana.


Pensar que la búsqueda sistemática de certezas particulares para construir un saber general no es un quehacer fundamental de todo ser humano, es tanto como ignorar nuestra naturaleza moral, derivada de la mezcla de razonamientos éticos en contraposición a nuestros sentimientos y pasiones. Para Platón, la ausencia de un examen permanente a nuestras vidas implica una vida que no merece vivirse. Dicho de otro modo, una persona que no somete a juicio sus dogmas mediante el arte de la reflexión se convierte sin saberlo en un ser esclavizado, cautivo en sí mismo.


En la Grecia antigua, el ágora comprendía la plaza pública, el punto de encuentro para el común denominador de las reuniones que en ella se celebraban, encrucijada para el litigio y el debate, foro abierto a las ideas donde las ciudades cobraban vida. Ágora surge como respuesta al llamado de la plaza pública de nuestros días. No pretende ser la voz, sino foro franco de todos aquellos pensadores que no van en busca de la grandilocuencia, sino por el contrario, un lugar más sencillo, más íntimo, donde lo que importa, por encima del nombre, sea la libertad del escrutinio y la reflexión.


Ágora es una ventana al interior de las ideas y al exterior de las fronteras, vínculo de estilos y tendencias artísticas, puente hacia el pasado para comprender nuestro presente y un lenguaje nuevo que no teme a las alturas. Sea este esfuerzo un grano más de arena en la tarea conjunta de la sociedad para hacer del arte y la cultura no la excepción, sino la regla. Sea Ágora un hábito entre sus lectores para convertirse en el objeto cotidiano de múltiples enseñanzas. ¿Y por qué no?, de múltiples interpretaciones.


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Adrián Franco (Cd. de México, 1976) Ingeniero y escritor. Ha publicado poesía y traducción en diversos medios impresos y electrónicos de México, e impartido talleres de creación literaria. Fundador del Grupo Cultural Ouroboros. Es editor de la revista Ágora.

Evolución, Danza & Cultura

por Jorge Hinojosa

«Siempre he pensado que la danza es mágica en muchos aspectos tanto para los que disfrutan de su contemplación como para los que viven y trabajan en su mundo»
Fontein de Arias

¿Es válido considerar a la danza como un referente eficaz para estudiar el devenir de las culturas antiguas? En primera instancia ésto pudiera parecer inusual, sin embargo es pertinente reconocer que entre la diversa gama de culturas en el mundo, la danza ha sido, históricamente hablando, un común denominador que embruja tanto a sus participantes como a espectadores.

La danza es una expresión natural y espontánea en el ser humano, así como lo es el movimiento que la impulsa a ser una manifestación común del sujeto, quien a su vez la utiliza (o es utilizado por ella) como una forma de comunicación y expresión, inclusive de aquellas emociones que son difíciles de comunicar con la palabra. La danza, como arte, va más allá de la finitud de lo que simplemente se quiere decir, pues toca el espíritu del hombre.

Desde esta perspectiva, la danza se puede presentar como un elemento que dinamiza la vida del ser humano en múltiples formas: validar y reflejar la organización social, sirve como vehículo para la expresión secular o religiosa, como declaración de valores estéticos y éticos, para lograr propósitos educacionales, para poder conocer una cultura en particular.

Estos elementos característicos sitúan a la danza como una de las artes más ricas en cuanto a expresión y dinamización, pues mediante su conocimiento se puede inferir la dinámica de las diferentes culturas y regiones, y mediante su práctica es posible redimensionar la expresividad cultural de un pueblo.

No podemos dejar de mencionar que la danza se encuentra íntimamente relacionada con la Acción Física Humana, siendo ésta última una de sus manifestaciones culturales. Ambas utilizan el movimiento como campo de acción en el desenvolvimiento corporal y mental del individuo. De igual forma tienen en cuenta el espacio temporal, la ubicación en un escenario determinado, la calidad del movimiento y la forma de su estructura. Muchos movimientos son posibles. Desde los percusivos hasta los sostenidos tienen similar escenario de aparición y ejecución, del mismo modo que muchas esferas del desarrollo humano son influidas desde la misma dinámica de la acción. La danza y la Acción Física Humana son, en consecuencia, un lugar de similares vocabularios e idiomas.

La danza es también impulsora de cambio, pues cada movimiento dancístico representa la expresión de un sujeto, de su individualidad y su coordinación con respecto a la generalidad a la que pertenece. Pero la danza, que en sí misma es creatividad, expresividad, fluidez y armonía, es a la vez exigencia y disciplina, pues la realización máxima de su expresividad está determinada por la precisión de movimientos elegantes, que no es en caso alguno el adiestramiento mecánico del movimiento, sino una forma que hace posible la creación subjetiva de los individuos.

El arte de la danza consiste en una comunicación viva y natural del bailarín que no está condicionado por movimientos rígidos e impuestos por un agente externo, de tal modo que el observador pueda percibir esa descarga de energía en afectos, emociones y sentimientos mediante una serie de actitudes en mímicas, miradas y gestos expresivos. De otra forma, si la mecanización domina en la formación y el cuerpo del artista es condicionado por los maestros para producir un fragmento completo, la expresión se empobrece y, por consecuencia, se manifiesta en un estilo académico, preciso, alejado del valor emocional y viviente de la obra.

Vista así, la danza es un espacio que permea en sí misma la posibilidad del sentimiento, como un encuentro con la emoción y la pasión, como reconquista de lo espiritual y lo corpóreo o trascendencia espiritual del cuerpo, como escenario de sufrimientos y alegrías, de angustias y calmas, voces y silencios.

Nos encontramos ante una forma de comunicación y expresión por excelencia, como lo dice el bailarín de origen ruso Mijaíl Barysknikov: «…un mundo de nuevos lenguajes, los cuales expanden su flexibilidad y alcance en todas las culturas». Lo anterior se observa en el hecho de que, en cada uno de los juegos dancísticos, es posible encontrar muchísimos lenguajes, jamás suficientes, claro está, para expresar el universo infinito del deseo y la pasión humana.

En un panorama integral de las bellas artes, podemos asegurar que en la combinación de movimiento, danza, imagen, escultura y música, se describe un concepto de educación estética que está determinado por aprender de una forma integral a través del cuerpo y el espíritu, aprender a través de la obra de arte, y aprender a través del proceso creativo.


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Jorge Hinojosa (Cd. de México, 1975) Lic. en Artes Plásticas por la Universidad de Guanajuato. Ha expuesto obra pictográfica y fotográfica en Guanajuato, Guadalajara y Monterrey, donde actualmente reside.

Marta Muro: El arte de comunicar más allá de las palabras

por Adrián Franco y Andrés Briseño

Hablar de arte es adentrarnos en una dimensión inherente al sentir humano. Más allá de conceptos y definiciones académicos, el arte es una forma alternativa de comunicación, un vínculo distinto al común denominador del lenguaje ordinario. Hablar de arte es, en resumidas cuentas, referirnos a la vía más pura que pueda existir para transmitir nuestras emociones.


Ahora bien, la ruta de las ideas se encuentra sujeta no únicamente al instante en que se gesta el concepto a transmitir, sino que implica también la conversión de la imagen mental a un código común para emisor y receptor. El proceso natural de la comunicación es en apariencia un acto simple y llano, aunque en realidad no garantiza que el mensaje recibido sea igual en todas sus partes al que fuera emitido. Nuestra capacidad de interpretación se encuentra sujeta a las diversas referencias mentales y emocionales que vamos acumulando en nuestra experiencia de vida, y con las cuales conseguimos esclarecer lo que se nos ha manifestado, siempre bajo el marco de referencia de nuestros parámetros individuales. Visto de este modo, la idea de comprender a cabalidad un pensamiento ajeno al propio resulta una tarea racionalmente imposible.


El arte, por el contrario, más que describir un concepto o imagen, lo que expresa es el sentir del autor, sus motivos, su propuesta humanística. Lo que le diferencia de cualquier otro método cotidiano de expresión, es el acierto del artista por tocar en el espectador las fibras precisas no para hacerle comprender, sino hacerle sentir, al contemplarla, la misma intensidad que el artista experimentó al crear una pieza.


La obra pictórica de Marta Muro no sólo provoca una reacción emocional en su público. Va más allá al abrir una ventana a la añoranza. Uno a uno, sus trazos nos sugieren la permanencia del México de antaño, y en especial del carácter jerezano: su espontaneidad, vivacidad, su manera tan propia de escudriñar el pensamiento de quienes pasan a su alrededor con sólo echar una mirada. Lograrlo no es una casualidad. El proceso creativo de Marta Muro queda sustentado en la intención de cada pincelada. Si bien sus obras guardan un objetivo establecido desde su inicio, el movimiento de un trazo, por simple que parezca, puede resultar determinante en el resultado final de la obra.

Es así como una imagen nos adentra en la sustancia de la autora. Desde instantes cotidianos en las calles del ayer hasta la dura mirada de la mujer jerezana de principios del siglo XX, la obra de Marta Muro posee la habilidad de transmitir aquella estampa peculiar que la artista inhala con el alma y exhala con colores sobre el lienzo. Luces, tonalidades, olores y texturas, todo ello se conjuga en el acto de crear la perpetuidad por medio de la expresión artística. La intención sensorial de Marta Muro palpita lo mismo en su mirada que en el instante introspectivo al que nos invitan sus pinturas.


Ya fuere costumbrismo o arte abstracto, lo que trasciende en la obra pictórica de la autora es la reminiscencia de su tierra, de su gente, una mezcla colorida de alegría y de nostalgia, añoranza y lejanía suspendidas en el tiempo. La obra de Marta Muro es un llamado a volver a las calles empedradas, a las miradas furtivas en el hueco de las ventanas, a la ironía burlona que reía en alguna esquina, o a la esperanza incansable acallada bajo el estoicismo de un velo negro con ojos de mujer.


Si el secreto del arte consiste en transmitir las emociones del autor en el corazón de sus espectadores, Marta Muro nos ha obsequiado en su obra una ventana a la sinceridad de su talento y su nostalgia.



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Marta Muro (Jerez, Zac.) realizó estudios de pintura en la Cd. de México y en Cambridge, Inglaterra. Su formación artística le ha llevado a recorrer diversos países de Europa y posteriormente a residir en Puerto Rico, Chiapas, Jalisco y Zacatecas. Su obra ha sido mostrada en diversas exposiciones nacionales e internacionales, de las cuales se destacan Expo-viajera de Bellas Artes, exposición de aniversario del Cura Miguel Hidalgo (Pénjamo, Gto), exposición en el extemplo de San Agustín (Zacatecas, Zac.) y Consulado de México en Los Ángeles, Cal.

Mihai Eminescu (1840 – 1889)

por Adrián Franco

«A fin de cuentas las únicas cosas verdaderas que llevamos con nosotros mismos son nuestras propias emociones, nuestros amores, nuestros odios y adversidades. Me pregunto: al final de la vida, ¿qué dejaremos en el exterior? Supongo que podemos dejar algunos sentimientos, los menos de odio, algunos de pasión, pero… especialmente de amor»
Mihai Eminescu (1840 – 1889)

Pocos son los artistas cuya obra ha sido capaz de repercutir tanto en el sentir de sus naciones como en el rumbo histórico de éstas. Más allá de convulsivos procesos políticos o revolucionarios, lo que impera y prevalece en la memoria de los pueblos es el sentido de identidad que su propio pasado, remoto o reciente, les ha brindado. El poder de la palabra se vuelve entonces un arma certera, eficaz, tan delicada como las fibras intrínsecas que, al vibrar en el interior de cada individuo, consiguen crear en conjunto una armonía sólo palpable en la inspiración de ser lo que el destino anhelado de una nación aguarda ser.

Tal es el caso de la historia de Rumania. Tierra prolífica en poetas, no resulta extraño descubrir que su máximo exponente se haya convertido también en un líder de opinión entre sus compatriotas durante el último cuarto del siglo XIX. El reconocimiento de un pueblo históricamente separado a causa de los intereses expansionistas de Rusia y el Imperio Otomano, sólo pudo hallar en la unidad el eslabón imprescindible para su definitiva independencia. La obra poética y editorial de Mihai Eminescu consiguió lo que en el exterior parecía imposible: tejer un sentimiento único de identidad en un pueblo con diferencias tan marcadas como su caprichosa orografía. Si bien el reconocimiento de Rumania como nación independiente ocurrió tras un complicado proceso bélico y diplomático, la obra de Eminescu jugó un rol paralelo, quizá menos protagonista, pero más apegado a la intimidad de un pueblo que, ávido de rescatar su propia semejanza, redescubrió en la palabra del poeta el espejo diario de su nostálgico sentir.


Mortua Est

Făclie de veghe pe umezi morminte,
Un sunet de clopot în orele sfinte,
Un vis ce îşi moaie aripa-n amar,
Astfel ai trecut de al lumii hotar.

Trecut-ai când ceru-i câmpie senină,
Cu râuri de lapte şi flori de lumină,
Când norii cei negri par sombre palate,
De luna regină pe rând vizitate.

Te văd ca o umbră de-argint strălucită,
Cu-aripi ridicate la ceruri pornită,
Suind, palid suflet, a norilor schele,
Prin ploaie de raze, ninsoare de stele.

O rază te-nalţă, un cântec te duce,
Cu braţele albe pe piept puse cruce,
Când torsul s-aude l-al vrăjilor caier
Argint e pe ape şi aur în aer.

Văd sufletu-ţi candid prin spaţiu cum trece;
Privesc apoi lutul rămas... alb şi rece,
Cu haina lui lungă culcat în sicriu,
Privesc la surâsu-ţi rămas încă viu -

Şi-ntreb al meu suflet rănit de-ndoială,
De ce-ai murit, înger cu faţa cea pală?
Au nu ai fost jună, n-ai fost tu frumoasă?
Te-ai dus spre a stinge o stea radioasă?

Dar poate acolo să fie castele
Cu arcuri de aur zidite din stele,
Cu râuri de foc şi cu poduri de-argint,
Cu ţărmuri de smirnă, cu flori care cânt;

Să treci tu prin ele, o sfântă regină,
Cu păr lung de raze, cu ochi de lumină,
În haină albastră stropită cu aur,
Pe fruntea ta pală cunună de laur.

O, moartea e-un chaos, o mare de stele,
Când viaţa-i o baltă de vise rebele;
O, moartea-i un secol cu sori înflorit,
Când viaţa-i un basmu pustiu şi urât. -

Dar poate... o! capu-mi pustiu cu furtune,
Gândirile-mi rele sugrum' cele bune...
Când sorii se sting şi când stelele pică,
Îmi vine a crede că toate-s nimică.

Se poate ca bolta de sus să se spargă,
Să cadă nimicul cu noaptea lui largă,
Să văd cerul negru că lumile-şi cerne
Ca prăzi trecătoare a morţii eterne...

Ş-atunci de-a fi astfel... atunci în vecie
Suflarea ta caldă ea n-o să învie,
Atunci graiu-ţi dulce în veci este mut...
Atunci acest înger n-a fost decât lut.

Şi totuşi, ţărână frumoasă şi moartă,
De racla ta razim eu harfa mea spartă
Şi moartea ta n-o plâng, ci mai fericesc
O rază fugită din chaos lumesc.

Ş-apoi... cine ştie de este mai bine
A fi sau a nu fi... dar ştie oricine
Că ceea ce nu e, nu simte dureri,
Şi multe dureri-s, puţine plăceri.

A fi? Nebunie şi tristă şi goală;
Urechea te minte şi ochiul te-nşală;
Ce-un secol ne zice ceilalţi o deszic.
Decât un vis sarbăd, mai bine nimic.

Văd vise-ntrupate gonind după vise,
Pân' dau în morminte ce-aşteaptă deschise,
Şi nu ştiu gândirea-mi în ce o să stâng:
Să râd ca nebunii? Să-i blestem? Să-i plâng?

La ce?... Oare totul nu e nebunie?
Au moartea ta, înger, de ce fu să fie?
Au e sens în lume? Tu chip zâmbitor,
Trăit-ai anume ca astfel să mori?

De e sens într-asta, e-ntors şi ateu,
Pe palida-ţi frunte nu-i scris Dumnezeu.



Mortua Est

Antorcha que vela por húmedos sepulcros,
como un sonido de campana en la hora sagrada,
como un sueño que baña sus alas en amargura,
así has cruzado las fronteras del mundo.

Has cruzado cuando el cielo es un campo sereno,
con ríos de leche y flores de luz,
cuando las nubes negras parecen palacios sombríos
que la luna reina visita por instantes.

Te veo como una sombra plateada que brilla,
que se encauza con sus alas alzadas al cielo,
escalando, alma pálida, peldaños de nubes,
entre lluvia de truenos, entre nieve de estrellas.

Un rayo te eleva, un canto te transporta
con los blancos brazos en cruz sobre el pecho.
Cuando se escucha hilar en la rueda de los embrujos,
es porque hay plata en las aguas y oro en el viento.

Veo pasar tu alma candorosa por el firmamento;
miro luego la arcilla remanente... blanca y fría,
con largo vestido tendida en el ataúd,
contemplo tu sonrisa que aún permanece viva

y pregunto a mi alma lastimada por la duda,
¿por qué te has muerto, ángel de pálido rostro?
¿Acaso no eras joven, no eras hermosa?
¿Acaso te has ido a extinguir una estrella radiante?

Pero quizá allá arriba existan castillos
con arcos dorados hechos de estrellas,
con ríos de fuego y con puentes de plata,
con bordes de mirra, con flores que cantan;

cruza por todos ellos, oh, santa reina,
con largos cabellos de rayos, con ojos de luz,
lleva un vestido azul salpicado de oro,
en tu pálida frente una corona de laurel.

Oh, la muerte es un caos, un mar de estrellas,
la vida una charca de sueños rebeldes.
Oh, la muerte es un siglo de soles florecido,
la vida un cuento vacío y hueco

Pero quizá... ¡oh! mi mente vacío con borrascas,
mis malos pensamientos ahogan a los buenos...
Cuando el sol se apaga y caen las estrellas,
entonces me da por creer que todo es nada.

Es posible que la bóveda de las alturas se resquebraje,
que se desplome la nada con su larga noche,
que contemple al negro cielo acribillar sus mundos
como presas efímeras de la muerte eterna...

Entonces, si así fuera... entonces en la eternidad
tu aliento cálido no gozará de la resurrección,
entonces tu dulce voz se quedará muda por siempre…
entonces este ángel no habrá sido más que arcilla.

Y sin embargo, arcilla hermosa y muerta,
sobre tu ataúd reclino mi arpa rota.
Y no lloro tu muerte, sino más bien me alegra
que un rayo haya escapado del caos terrenal.

Y además... quién sabe si es mejor
ser o no ser... pero sí saben todos
que lo que no existe, no sufre,
y que muchos son los dolores, los placeres pocos.

¿Ser? Locura triste y a la vez vana;
el oído miente y la vista engaña;
lo que un siglo nos dice los otros lo refutan.
Antes que un sueño vano, más vale la nada.

Veo sueños cumplidos persiguiendo sueños,
hasta caer en las tumbas que aguardan abiertas,
y no sé cómo sofocar mis pensamientos:
¿Y si río como los locos?
¿Y si los maldigo? ¿Y si los lloro?

¿Para qué?... ¿Acaso no es el todo locura?
¿Por qué tu muerte, ángel, tuvo que ocurrir?
¿Acaso hay sentido en el mundo? Tú, rostro sonriente,
¿sólo has vivido para poder morir?

De existir algún sentido, es retorcido y ateo,
pues en tu pálida frente no está escrito Dios.


Versión: Adrián Franco


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Adrián Franco (Cd. de México, 1976) Ingeniero y escritor. Ha publicado poesía y traducción en diversos medios impresos y electrónicos de México, e impartido talleres de creación literaria. Fundador del Grupo Cultural Ouroboros. Es editor de la revista Ágora.

Café literario

Foro Café

Hace tiempo que dejaron de ser novedad los espacios determinados deliberadamente para dejar en libertad la explosión de las ideas. Han dejado de ser novedad en las grandes ciudades, donde el ritmo vertiginoso catalizado en la diversidad de sus formas conjugan la necesidad palpable de abrir un paréntesis para verter en él cuantos pensamientos sean posibles, hasta alcanzar el cenit de la reflexión. Fue así como surgieron en las décadas de los 50s y 60s los cafés literarios, como punto de reunión cuyo común denominador se sintetiza en el anonimato de sus asistentes para concentrar la atención en el debate de las ideas.

¿Es válido argumentar que este tipo de prácticas sólo es propio de las megalópolis? Sin duda que la amplia diversidad enriquece los criterios, sin embargo no debemos olvidar que dichas ciudades alguna vez fueron embrión, y que en una cierta medida, probablemente intangible, el enriquecimiento de las ideologías mediante métodos argumentativos jugó también un papel en la transformación, evolutiva o involutiva, del tipo de sociedades que actualmente las componen.

En un intento por emular el añejo ritual del crecimiento interior por medio de la cultura, el Foro Café se ha sumado a la larga lista de cafés literarios en México, siguiendo además la característica tradición de veladas literarias en Jerez, Zac. El propósito de este lugar, tal como sugiere su nombre, es abrir un espacio a la libertad de pensamiento, a la propuesta sustentada, al argumento innovador y sobre todo a la retroalimentación de todos aquellos que le conforman sin llevar de por medio la intención de erguirse como poseedores de la verdad, o peor aún, de verdades a medias. El Foro Café existe justamente para fungir como escenario dónde explorar, por medio del debate, la profundidad de las certezas imperantes en nuestros días, y así darnos a nosotros mismos solidez de pensamiento, amplitud de criterio y la madurez requerida para crecer en sociedad.

Estos son algunos de los argumentos expuestos en la dinámica del café literario.


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Foro Café

El Diablo

Café Literario

Figura mítica, imprescindible en la totalidad de las culturas del mundo: ¿puede considerársele como un ser ultraterreno, o más bien se trata de una representación metafórica de la dualidad imperante en nosotros mismos? Personaje despreciado y temido en la misma proporción, el concepto del Diablo que comúnmente conocemos pudiera parecer ni tan terrible ni tan congruente si le miramos a través de un filtro distinto al de la tradición religiosa. La historia narra que la gran insubordinación de Lucifer no consistió sólo en inconformarse con su propia naturaleza, sino que además tuvo el atrevimiento de proyectar su yo al mismo nivel que su creador. ¿Puede juzgarse a este acto como un derroche de soberbia? De acuerdo a la visión teológica la respuesta es sí, y conlleva en la penitencia la caída terrible del otrora ángel predilecto. Sin embargo, ¿cómo y dónde ubicar la delgada línea que diferencia el libre albedrío de la soberbia, o el afán de evolución de una inocua rivalidad? Si tomamos en consideración que Dios creó a Lucifer más virtuoso que a cualquier otro ser (o la “suma de todas las criaturas”, como lo define Dante), debemos reconocer también que quien se encuentra más cerca de la perfección es de manera proporcional más vulnerable a la soberbia. Al igual que el resto de los ángeles, a Lucifer le fue otorgado el don del libre albedrío a pesar de que éste sería la llave para pecar y caer de la gracia. Su superioridad individual fue, entonces, el motivo que dio paso a la soberbia, y la libertad de elección otorgada a él por su creador se convirtió en la condición natural que hizo posible la caída. Bajo esta premisa, ¿es razonable acusar a Lucifer de afirmarse igual al Padre sólo por tener libre albedrío, cuando esa libertad es precisamente en lo que consiste la similitud entre seres humanos, ángeles y Dios? Entre otras cosas, lo que Lucifer demostró con su actitud fue haber sido creado a imagen y semejanza de su creador, y resulta cuestionable llamar pecado a la acción de inconformarse con la propia naturaleza tal como la dispuso quien la diseñó. A los ángeles, como a los humanos, les fue concedida la libertad de elegir y de querer, y tal condición implica el derecho a elegir sobre sí mismos. Una libertad que sólo consiste en anhelar lo que el superior dispone no puede llamarse libertad. Esta clase de pensamiento adquiere sentido al recordar lo que Dios encarnado dijo a los hombres: “La verdad os hará libres”. Si Lucifer gozaba de la gracia divina, ¿no era entonces libre? Y si era plenamente libre, ¿cómo y contra qué pudo rebelarse?


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Foro Café

El amor

Café Literario

¿Existe una diferencia significativa entre amar y ser amado? Bien puede tratarse de una diferencia diametral, pero sencilla de explicar. Amar no es una necesidad. Ser amado, en cambio, sí lo es. Necesitamos sentir que se nos quiere, se nos valora, se nos extraña, incluso que se nos necesita. Amar, sin embargo, puede fácilmente convertirse en la moneda de cambio para satisfacer ese tipo de necesidades recién mencionadas. Somos egoístas por naturaleza. De no serlo, quién sabe si nuestra especie hubiera subsistido. Actuamos (y amamos) por conveniencia, en beneficio propio. Aún cuando llevemos las mejores intenciones, nuestros actos repercuten de una u otra manera en el núcleo de nuestro ego. ¿En dónde radica entonces el punto de equilibrio entre el amor sincero e incondicional, y el amor que sólo sirve para subsanar nuestras cicatrices interiores? Es sencillo suponer que cualquier relación, ya sea casual, efímera, física, espiritual, ideológica, caprichosa o como quiera llamársele, funciona a la perfección durante la etapa del enamoramiento. Después viene la costumbre de estar juntos, y contrario a lo que comúnmente se cree acerca de que lo rutinario rompe con el encanto de una pareja, no es del todo la rutina, sino el riesgo lo que hace que las parejas se distancien, mental y físicamente. Abrir el corazón ante alguien más es una rara metáfora que bien puede ilustrarse de manera literal. Si alguien nos abriera por mitad el pecho sería para dos posibles propósitos: asesinarnos, o bien salvar nuestra vida al interior de un quirófano. Si abrir físicamente el corazón nos vuelve completamente vulnerables, lo mismo sucede en el amor: Amar equivale a arriesgarse. Al principio, mientras nos enamoramos, el riesgo vale la pena, puesto que lo único que apostamos son nuestras mejores aptitudes para ser dignos del amor de la otra persona. Enamorarse es perfecto, satisface a plenitud las necesidades del ego, y lo más importante: es un riesgo en igualdad de condiciones, tanto para él como para ella. La etapa del enamoramiento culmina en el instante en que la pareja ha terminado de arriesgarse a conocerse. En teoría, tan pronto como son plenamente vulnerables sin que eso les importe, debería comenzar la etapa de la mutua y plena aceptación. En la práctica, el riesgo suele prevalecer las más de las veces, pero a diferencia del riesgo experimentado durante el enamoramiento, este otro no es ni por mucho un riesgo placentero. La carta de presentación de nuestras mejores aptitudes se vuelve cosa pasada, y poco a poco vamos descubriendo el yo complementario de la persona a quien decimos amar. Enamorarse plenamente, y más aún, permanecer enamorado, consiste en el arte de aprender a ser vulnerables. ¿Y cómo es posible reconocer cuando hemos alcanzado ese estado interior? Cuando somos capaces de reconocer que no necesitamos de otros para poder amarnos a nosotros mismos.


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Foro Café

Día internacional de la mujer

Café Literario

Uno de los temas más recurrentes en nuestros días es el de la lucha por la equidad entre los géneros. Si bien puede tratarse de un tópico considerado desde siglos atrás, fue hasta la segunda mitad del siglo XX cuando cobró fuerza a partir del movimiento feminista. Desde entonces a la fecha el enfoque de esta lucha ha venido cambiando. Por un lado, el feminismo a ultranza derivó en un radicalismo tan cerrado en sí mismo como la misoginia. Por otra parte, y con resultados lentos pero tangibles, el discurso liberador de la mujer apuntó hacia la conquista por la equidad. ¿Cuándo y cómo surgió la determinación por explorar y explotar sus plenas potencialidades? La liberación sexual de los 60s y 70s pudo ser el detonante. Cuando la mujer se percató de que más que ser una fuente, también tenía derecho a sentir placer, proyectó esa misma línea de ideas al resto de los ámbitos de su vida. Fue conciente de su libertad de pensamiento, y por consiguiente abogó por su libertad de acción. ¿Por qué ha sido un proceso largo y complicado? La respuesta podría ilustrarse en el contexto de un tejido social históricamente diseñado y dirigido por y para hombres. Aunque bien podríamos remontarnos a los orígenes de la especie. El rol de hombres y mujeres en los primitivos grupos sociales no dependía de sus gustos o aspiraciones personales, sino que se trataba básicamente del único modo posible para asegurar su supervivencia. ¿Llevamos entonces una huella genética que nos impide adaptarnos a un nuevo orden de ideas? Negarlo o afirmarlo depende del enfoque. ¿Se trata de una lucha o de una evolución? La diferencia estriba en el objetivo último: una lucha del poder por el poder, o bien un proceso de adaptación a las condiciones e inquietudes propias de la vida moderna. Más que conquistar espacios la clave consiste en cederlos hasta alcanzar el punto de equilibrio. La tarea, entonces, corresponde a ambas partes. Una batalla unilateralmente femenina trocaría en permanente lucha. Un proceso conjunto, en cambio, conducirá a una evolución no de género, sino de especie.


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Foro Café

Miguel Mouriño

por Miguel Mouriño

Dentro de la amplia gama de poetas mexicanos, algunos líricos, otros de estricta formación académica, pocos son los que consiguen alcanzar estándares que por sí mismos les conviertan en referencia dentro del ámbito de las letras. Menos aún son los que llegan a dicho punto sin necesariamente convertirse en cómplices de la industria editorial. Miguel Mouriño es un claro ejemplo de que la calidad y sensibilidad poéticas no van de la mano con el reconocimiento íntegro de los círculos privilegiados que ostentan el poder literario en México.


Inicié en 1997 El Tintero, revista de poesía en formato tabloide, que se distribuía en la colonia Condesa y fue muy conocida. En 1999 se dejó de imprimir y todo derivó en una editorial independiente que se llamó igual, El Tintero, y en ella se publicaron cerca de 600 títulos, desde ese año hasta 2002, en ediciones muy sencillas en las que participaron siempre sus autores, principalmente en la distribución y venta. Se vendían de mano en mano y era política de la editorial no tener presencia en librerías, pues se pretendía explorar otras formas de distribuir libros y de que los autores ganaran más por su trabajo y no sólo eso, sino que tuvieran contacto directo con sus lectores y se forjaran en el cúmulo de emociones que significa enfrentar al posible comprador de un libro, abordándolo en un espacio público e invitándolo a conocer la obra en boca del propio autor, quien podría vender sus libros sin intermediarios, además de tener la seguridad de que su libro estaba en manos de alguien que sabía a ciencia cierta lo que había comprado y por qué. Otra ventaja es que se vendían muchos más libros así que en los estantes de las librerías. Luego, junto con otros poetas, principalmente un tío, Jorge Mouriño (quien se enemistó con Octavio Paz y fue vetado por éste, motivo por el cual debió dejar el país en busca de su desarrollo profesional como escritor y poeta, así pues, emigró a la URSS e impartió durante casi diez años la cátedra de lenguas hispánicas en la universidad Patrice Lumumba de Moscú), desarrollamos una corriente que llamamos verso impuro, que no es otra cosa que la rebelión al verso libre. Disidentes de las formas, de las reglas, de las momias académicas o vacas sagradas, como Paz, por ejemplo, decidimos discernir fuertemente de ellas y apostamos al talento, la creatividad y la sensibilidad de los poetas, que pueden crear líricamente mucho mejores versos que los academistas, amarillentos de tanto estar leyendo y leyendo sus obras en foros y foros, sin que les pegue el sol, sin salir nunca a la calle a vender un libro, a leer un poema en una plaza sólo por el gusto, o bien a escribir con el corazón más que con las reglas. En 2002 la naciente fundación Neruda, encabezada por Volodia Teitelboim, recibió de manera fortuita un ejemplar de mi libro “Rómpase en Caso de Emergencia”, y me otorgaron el Premio Neruda, como la mejor edición de autor del año, por el mejor contenido y por el verso impuro. Luego cree la editorial Viva la Palabra, a raíz de que el TEC de Monterrey me demandó por usar el nombre de El Tintero. Viva la Palabra heredó la trayectoria del Tintero y se han publicado bajo este nuevo sello unos 250 títulos, desde el 2004 a la fecha. Viva la Palabra tiene presencia en la web desde 2006, y además estamos desarrollando un proyecto de TV cultural por internet que se llama COYOTV, así como el fondo cultural Coyoacán Edita, que será el primer fondo cultural creado en el D.F., de modo particular y desde la sociedad civil.


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Miguel Mouriño ha publicado 9 libros de poesía. Es Coordinador de Programas Educativos y Difusión Cultural del Museo León Trotsky, colaborador en Milenio y La Jornada, editor de Viva la Pabra Revista y de los suplementos Tiempo de Poetas y La Cultura No Muerde. Voy a Volver forma parte del poemario Rómpase en Caso de Emergencia.

Voy a Volver

por Miguel Mouriño

I

Voy a volver

convertido en el rocío
que baña
a la tierra
cada madrugada
en los rayos del sol
dorados
en la espuma de las olas en el
canto de las aves y en las nubes

Voy volver
con la fuerza del huracán
con la tristeza de la palma hecha jirones
con la quietud de la tarde y el color de la alborada

Con la cadencia del mar
iré y vendré
tras todos los segundos
tras todos los minutos
tras todas las horas y los días

Volveré sin recato
sin esconderme de nadie
como vuelve la luz
después de la noche
como vuelven las olas
sobre la arena mojada
como vuelven los pájaros
a la tierra en que nacen
para construir sus nidos

Volveré
como la semilla vuelve
a la buena tierra
después de germinar
y de ser planta
como la nostalgia vuelve
a los buenos recuerdos

Volveré
con la cara al viento
y gritándole versos
volveré
con el polvo
que algún día fue tierra

Volveré en los pies
de los que andan descalzos
en las lágrimas de dolor
que usurpan las niñas de sus ojos

Volveré en los sueños
de quienes sueñan despiertos
y de quienes duermen la vida

Volveré en silencio a veces
otras
en gran estruendo

Volveré en colores
a través del cielo
en leyendas
en viejos cuentos
en quimeras y utopías

Volveré en tus visiones
en tus anhelos
y en tus recuerdos

Volveré cuando me pienses
y cuando mires la tarde
volveré
entre sus rojizos destellos


II

Voy a volver,
te lo juro
volveré entre las nubes
hecho rayo
poderoso estruendo
estremeceré los cielos
volveré con fulgor
iluminando el monte
hecho relámpago

Lloveré a gruesas gotas
sobre la tierra sedienta
volveré hecho tormenta
volveré
como vuelven
cada noche las estrellas
como vuelve el viento helado
cada invierno
y el Sol candente
cada primavera
Volveré en tus sueños
y en tus recuerdos
en las niñas de tus ojos
hecho lágrimas saladas
volveré en silencio
entre tu sangre
entre cada latido
de tu corazón

Volveré en tu vientre
voluminoso
latiendo
moviéndome
amándote

Volveré en el tiempo
desgranado en los segundos
en el campo florido
y en el color de sus flores
en la hierba verde y fresca
en la tierra seca o lodosa
en el silbido de los pájaros
cada mañana
en la Luna llena
volveré
en su luz plateada
y en el silencio de la noche
volveré a tu cama
seré tu almohada
velaré tu sueño
volveré en tu alma
como la nostalgia
y la melancolía

Volveré
sonriendo
cuando te halles triste
y cantando
cuando estés amarga...

Volveré
hecho añoranza
convertido en un anhelo

Volveré tranquilo
como vuelve la calma…


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Miguel Mouriño ha publicado 9 libros de poesía. Es Coordinador de Programas Educativos y Difusión Cultural del Museo León Trotsky, colaborador en Milenio y La Jornada, editor de Viva la Pabra Revista y de los suplementos Tiempo de Poetas y La Cultura No Muerde. Voy a Volver forma parte del poemario Rómpase en Caso de Emergencia.

Rosas Negras

por Itzia Vanegas

Recuerda que de la noche
únicamente soy comparable con el aullido del lobo.
No existe nada bueno en mí.
Todo cuanto conociste ha muerto.
Déjame marchar y trata de pensar que sólo fui una fantasía,
un espejismo o una locura.

Aléjate. Vivo en un mundo de sombras donde el tiempo no existe,
un umbral que tú jamás podrás cruzar.
O dime, ¿quieres que te dañe?
Para qué derramar lágrimas que corren en vano,
lágrimas que sólo sirven para fecundar un mal.

No te aferres a mi brazo.
Siempre supiste que no podría caminar a tu lado.
Tengo que irme, déjame marchar,
iré a caminar por aquel sendero eterno rodeado de pesadillas,
donde cadáveres reposan a la orilla del camino.

Mientras exista el perfume de un desengaño, estaré allí.
No te preocupes por saber si aún vivo,
no intentes buscarme ni supliques que me quede,
estaré entre los sueños que has olvidado.

Vamos, despierta, que tan sólo fui un reflejo de lo que detestas,
algo de lo que no formas parte y por siempre temerás.
Soy el cancerbero que aprisiona tus sueños,
la rosa negra que anhelas y que nunca ha de existir.


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Itzia Vanegas (Jerez, Zac., 1984) Estudiante de Psicología y Comunicación Social. Incluida en la antología Este Sol de Media Noche. Es becaria de Concaculta en el grupo de teatro Vayamandarra de Zacatecas, Zac.

Acto de Amor

por Juan Carlos Berumen

¿Qué es el amor? Tan difícil resulta saberlo como explicárselo a Sheila y a Virgilio. Ella observaba con sumo cuidado la recámara, la mesita de esquina sobre la que se hallaba el teléfono, y un espejo de cuerpo entero que mudo, a su vez, contemplaba a Virgilio despojarse de sus ropas. Sheila, en tanto, desvió su atención hacia la curiosa estatuilla sobre el pequeño buró al lado de la cama. Se quedó pasmada; encontraba hermosa aquella habitación. Y cómo no sería así, si el amor le permitía descubrir la belleza de todas las cosas. Sheila amaba sin restricciones. Si se encontraba en ese lugar junto al cuerpo desnudo de Virgilio, era por amor.

Dos brazos fuertes tomaron a Sheila y la arrojaron sobre la cama. Ella accedió sin musitar. Quedó tendida boca abajo, sintió el cuerpo firme de Virgilio que se apoyaba lento sobre el de ella hasta acariciarle en cada milímetro. Sheila sintió una opresión en el pecho, como cuando pierdes a un ser querido. También sintió miedo, pero el amor que la había llevado hasta ese punto la inspiró a proseguir con el acto. Cerró los ojos, se le escapó una lágrima que murió en las sábanas del lecho que atestiguaría su acto de amor. El tiempo transcurrió a dos ritmos: lento para Sheila, ágil para Virgilio. Ella amaba con paciencia mientras él la poseía con pasión, hasta el instante en que el amor de ella se desbordó y la pasión de él no duró más.

Entonces el tiempo volvió a ser pausado. Sheila, sentada a la orilla de la cama, lloró junto al cuerpo tumbado de Virgilio mientras sentía la humedad cálida de las sábanas que poco a poco se llenaban de sangre. Deseó repetir el acto, pues aún percibía el sentimiento profundo de hallarse sobre el cuerpo de él, llena de la misma clase de amor que la orilló a tomar la estatuilla de mármol y golpear una y otra vez la cabeza de su amante, un amor que la hizo disfrutar el crujir del cráneo del mismo hombre que, tiempo atrás, arrebató la vida a su hijo de un año. Sí, se trataba del mismo amor que sentía por su pequeño, a quien vio morir tirada en el piso, golpeada y casi sin fuerza por las toscas manos de Virgilio, mientras él apretaba el cuello del niño hasta que la vida se le fue por la boquita.

Sheila siguió sentada, atónita, hasta que escuchó el timbre del teléfono de la mesita de esquina. Reaccionó, se secó las lágrimas, se puso de pie y se dirigió hacia el ring intermitente. Descolgó el auricular. La bocina dejó escapar tres palabras.

¿Ya lo hiciste?
contestó Sheila con voz firme.


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Juan Carlos Berumen (Jerez, Zac.) es Lic. en Educación Secundaria. Ha publicado artículos y poesía en periódicos y revistas locales. Actualmente es alumno del Taller de Creación Literaria del Instituto Jerezano de Cultura.

Deseo

por Cristal Esquivel

En medio de la paz inmaculada
y de este sonreír sobrio y sereno
se muerden unas a otras
traicionadas
las altas rosas rojas de mis sueños
Me espinan fastidiosos los verdes tallos
convierten en tormento el sonreír
sobria y serena
Un beso liquida a otro
y una a una se derriten esperanzas sometidas
Pero no parpadea este capricho
Tocar, sentir, tantas cosas quisiera,
pasarle mis uñas al dolor y al sufrimiento no puedo
Termina
Con un volátil beso de un dedo
y la boca tibia y tranquila
duerme un instante este deseo


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Crystal Esquivel (Delicias, Chih., 1987) Estudiante de Licenciatura en Educación Secundaria, reside desde su niñez en Jerez, Zac. Ha incursionado en los géneros de cuento y poesía.

I

por Rodrigo Alemany

la pradera no conocía nuestros más íntimos secretos

y subí a la montura y cabalgué como una montaña
y derramé cuatro cuatro amatistas como una montaña
y sublevé irónicos corsarios que no creían en la tierra prometida
[ como una montaña

y me transformé en cuatro cuatro hilos de plomo como una montaña
y saqué los palafitos ácidos de serpientes nevadas como una montaña
y me convertí en tu luz volví a la metafísica como una montaña

abrí el lodo medicinal escondido en tus hongos lodo universal
[ alucinógeno indígena
bramando truenos de edificio en escombros
piedra a piedra tótem e histeria de placer equidistante
[ como una montaña

y comprendí la sinfonía del aromo en llamas a tus pies
[ como una montaña
y amarré cuatro cuatro botones al nudo ciego del cáñamo
[ como una montaña
y amanecí traslúcido amanecí traslúcido
[ como una montaña
como una montaña
como una montaña


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Rodrigo Alemany (Santiago de Chile, 1969) Poeta, en 1995 publicó el libro Viajero No. 5, con Editorial Aldus. Ha participado en distintos encuentros de poesía y ha publicado en diferentes revistas literarias de México.

Aforismos

por Alberto Ramír

  • Una reflexión adquiere sentido cuando nos vemos en ella como en un espejo.
  • El cuello nos duele cuando menos lo pensamos: así es una idea lumínica en medio de la noche del no-pensar
  • La duda se puede volver una fe sin dioses.
  • A donde van el placer y el amor, ahí van también la culpa y los complejos: hay cadenas irrompibles.
  • ¿En qué momento la realidad es tal y no una prolongación del sueño?
  • Las dilataciones del metal muestran la adaptación de lo inanimado. ¿Por qué el espíritu se queja de la maleabilidad de la vida?
  • Para que la resurrección sea posible sólo hay dos requisitos: estar muerto o estar muerto en vida.
  • Un pensamiento reaccionario: es aquel que se jacta de huir de alguna cabeza pensante.
  • A la espera de la mutación, caemos en el insomnio de la perfección.
  • Contrario a lo que se piensa, los no-pensantes están más cerca de la perfección: su conciencia es el pensamiento vacío y la locura su máximo logro involuntario -a veces.
  • La intensidad de ciertas miradas es como un eclipse: pueden durar segundos, pero permanecen como tatuajes en nuestra memoria, y sobre todo en las tinieblas de nuestra ceguera amorosa.
  • La inmovilidad existe como tal. ¿Existe sólo en nuestra percepción o es un tipo de movimiento que la razón no entiende?
  • Entre un deseo y su realización, ¿cuál es más turbador, cuál da más fuerza al débil e indeciso cuerpo, y cuál causa más nostalgia?
  • La lucidez es una tortura o una iluminación, depende del sujeto.
  • Un pensamiento puede ser reflejo de una realidad, pero no de una ideología.
  • Hay tres paredes tras mi sombra: son mis tres yos peleando por habitar esta casa ¿vacía?
  • Hay momentos en que la razón se confunde a sí misma, es entonces cuando llega la idiotez para fascinarnos con su perfección.
  • La tristeza es la alegría de la sinrazón.

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Alberto Ramír (San Juan Achiutla, Oax., 1969) Escritor, editor y artista plástico. Actualmente es miembro de la Asociación Mexicana Ex Libris y coordinador del Taller de Creación Literaria El Poder de las Palabras. Su obra gráfica y pictórica se encuentra en 43 colecciones privadas e institucionales.

La Historia Regional, una Cultura de Rescate

por Leonardo de la Torre y Berumen

Todos y cada uno de los pueblos que conforman la Republica Mexicana poseen una identidad propia cuya profundización corresponde a la microhistoria, estudio de la historia de las regiones, visión de una geografía particular más que de un panorama general. Lo complejo y vasto del territorio nacional es inaprensible, por lo que esta clase de estudio trastoca experiencias personales, la raíz de los hechos, de los sueños, y hace más abarcable la historia de nuestro país. El estudio de la microhistoria resulta fundamental, pues las particularizaciones que aborda permiten probar el grado de veracidad de pasadas generaciones. La historia detrás de la gente sin historia permite ahondar en la comprensión de los procesos históricos regionales, ya que la identidad de un pueblo surge a partir de los individuos que lo conforman.

Como género independiente, aunque de la mano de la microhistoria, el estudio de la historia de la vida privada es una nueva rama de la historiografía actual que constituye un campo fértil para el investigador. Si bien su labor no concluye hasta haber atado los cabos del devenir de los individuos con su circunstancia histórica y social, en gran parte de las ocasiones su trabajo se complica. Las fuentes consultadas no dejan de ser tan oficiales, ya que a menudo son obtenidas de archivos estatales o judiciales, y con ésto sólo es posible reconstruir la vida privada en un cierto periodo a partir de una perspectiva institucionalizada sobre determinados círculos sociales.

Para documentar correctamente la historia de una región o de la vida privada, el investigador requiere de archivos que no siempre se tienen a la mano. Surge así la necesidad de recopilar cartas, diarios, testimonios, fotografías, listas y recetarios, información que no únicamente se encuentra en los libros, y que, además, constituye la fuente primordial de la microhistoria, de la vida privada, del estudio de las mentalidades y cultura material.

Ahora bien, ¿cómo recuperar estos materiales? Si tomamos en cuenta que en gran parte se trata de documentos conservados en el seno familiar, es de suponerse que corren el riesgo de desaparecer o ser destruidos por los procesos de organización y depuración domésticos. Su conservación en archivos especializados es, por lo tanto, una necesidad para valorarlos como emblema de la memoria regional.

La creación de este tipo de archivos debe verse también como una responsabilidad. La iniciativa deberá surgir en un marco estrictamente regionalizado y habrá de enfatizar la importancia de conservar tales documentos, mismos que deberán ser recopilados de entre cronistas, historiadores, maestros y todas aquellas personas de las que se tenga conocimiento que poseen material de valor histórico. Realizar estas acciones será la clave para que la comunidad se involucre y contribuya al rescate y preservación de la memoria privada. La historia de quienes no tuvieron historia no significa un suceso aislado; en su conjunto podrá dar un panorama más amplio de la realidad que nos precede.


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Leonardo de la Torre (Jerez, Zac., 1971) Estudió hasta segundo año de Filosofía en el Seminario de la Purísima, de Zacatecas. Historiador autodidacta especializado en Genealogía e Historia Novohispana. Ha sido ponente en distintos estados del país. Actualmente es responsable del Archivo Histórico Municipal de Jerez, Zac.

Algo para Escuchar

por Enrique Cháirez

¿Qué sería del mundo, de nuestra existencia, sin la música? ¿Se puede imaginar un lugar en eterno mutismo? Por supuesto que no; o al menos no logro concebirlo.

Uno de los fenómenos más trascendentes a lo largo de la historia de la humanidad es la creación de la música. Un Arte en todo su esplendor, y el cual, sin afán de quitar mérito a las otras, es la más sublime de todas las corrientes artísticas.

En particular quiero hacer referencia a un género musical cuya importancia, evolución y transgresión, son el reflejo mismo de esa ansia de libertad que el hombre ha buscado a través del espacio y tiempo: el Jazz.

El Jazz se caracteriza, básicamente, por la improvisación de sus ejecutantes aún y cuando existe una estructura armónica, melódica y de tonalidad que conduce y mantiene la ejecución. Sin embargo, la improvisación y lo que surge de ella es un fenómeno catártico que puede volver demente al más sensato de los cuerdos. El Jazz refleja época, historia, emoción y hasta lujuria.

Su historia comenzó entre las comunidades de esclavos africanos en Europa. Cuando éstos fueron traídos a Norteamérica, acostumbraban cantar y bailar durante sus momentos de descanso y reunión acompañados de tambores e instrumentos hechos de madera y frutos secos. Con el tiempo esta tradición fue evolucionando hasta convertirse en lo que actualmente se conoce como Jazz, dando origen a su vez a otros géneros como el Blues, Soul, Funk y Rhythm & Blues (R&B).

El Jazz es un género conocido por muchos y compartido, escuchado y tocado por pocos. Si no ha tenido la oportunidad de acercarse a este tipo de música, lo más recomendable es que comience por escuchar. ¡Vaya consejo! Obviamente, se aprende a leer leyendo, a escribir escribiendo y, claro está, a escuchar se aprende escuchando.

Sí aún no decide por dónde comenzar o no sabe qué escuchar de Jazz, de entrada vaya eliminando aquellas sugerencias de discos en almacenes de “prestigio” cuyo titular diga “Instrumental”, pues esta sección contiene, a mi muy estricto juicio, lo peor de lo peor. Aléjese de títulos como: Yanni, DiBlasio, Richard Clayderman, etc. La lista sigue: jazz chilout, relaxing with the bird...

Mi recomendación más honesta sería que empezara por algo de Charly Parker o John Coltrane. Éste último le puede ofrecer un panorama profundo sobre la evolución del Jazz, desde lo clásico como los estándares hasta el free jazz, evolución del género en donde la melodía y la armonía van más allá de la simple improvisación: transgrede, rompe los esquemas propios del entendimiento musical. Simplemente es genial. Otra recomendación es Miles Davis (genio en la trompeta) y Charly Mingus.

Aunque le será difícil encontrar, por lo menos, a uno de los músicos antes mencionados, puede solicitarlos en las tiendas de discos. Si le piden algún título sólo dé el nombre y adquiera cualquiera de sus álbumes; la selección y gustos serán posteriores a la escucha inicial de su elección personal.

Escuchen música, entiéndanla.


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Enrique Cháirez cursó estudios de música en el Conservatorio de las Rosas de la ciudad de Morelia, Mich. Posteriormente se trasladó a la ciudad de Zacatecas para ingresar a la carrera de Docencia en la Escuela Normal Manuel Ávila Camacho. Actualmente imparte clases a nivel secundaria. Es parte del dueto Pascual Blues, y de la agrupación de música brasileña Congo. Contacto: erique_chairez@hotmail.com

Cuando el insulto se vuelve poema

¿Alguna vez se ha quedado con las ganas de soltar tremendo insulto sobre la cara de alguien digno de ser insultado, sin la eficacia o la elegancia que la situación merece? 0 peor aún ¿ha tenido que soportar la frustrante desilusión de guardarse su florido lenguaje so pena de parecer un energúmeno o un petimetre? No se reprima. En las siguientes líneas encontrará algunos de los insultos más elegantes jamás proferidos en la historia moderna. Sea admirado por sus amigos… y también por sus enemigos.

  • “Jamás ha sido conocido por usar una palabra que pueda enviar al lector a consultar el diccionario” William Faulkner (acerca de Ernest Hemingway)
  • “Pobre Faulkner. ¿En verdad piensa que las grandes emociones vienen de grandes palabras?" Ernest Hemingway (acerca de William Faulkner)
  • “No sólo es aburrido, es la causa del aburrimiento de otros” Samuel Johnson
  • “Acabo de enterarme de su enfermedad.Esperemos que no sea nada trivial” Irvin S. Cobb
  • “Posee todas las virtudes que me desagradan y ninguno de los vicios que admiro” Winston Churchill
  • “Jamás abren sus bocas sin antes abstraerse de la suma del conocimiento humano” Thomas Brackett Reed
  • “No asistí al funeral,pero envié una agradable carta diciendo que lo aprobaba” Mark Twain
  • “Ama a la naturaleza a pesar de lo que ésta hizo con él” Forrest Tucker
  • “He tenido una velada perfecta y maravillosa. Pero no fue esta” Groucho Marx
  • “Le hago llegar dos boletos para la noche de estreno de mi nueva obra, traiga un amigo… si acaso tiene uno” George Bernard Shaw a Winston Churchill
  • “No me es posible asistir a la noche de estreno, iré a la segunda función… si acaso hay una” Winston Churchill, en respuesta
  • “No hay nada malo en ti que la reencarnación no pueda curar” Jack E. Leonard
  • “Él es simplemente un escalofrío en busca de una espina dorsal para subir” Paul Keating
  • “Nunca he matado a un hombre, pero he leído muchos obituarios con gran placer” Clarence Darrow
  • “Mejor debió su madre tirarlo por ahí y quedarse con la cigüeña” Mae West