por Leonardo de la Torre y Berumen
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Leonardo de la Torre (Jerez, Zac., 1971) Estudió hasta segundo año de Filosofía en el Seminario de la Purísima, de Zacatecas. Historiador autodidacta especializado en Genealogía e Historia Novohispana. Ha sido ponente en distintos estados del país. Actualmente es responsable del Archivo Histórico Municipal de Jerez, Zac.
Todos y cada uno de los pueblos que conforman la Republica Mexicana poseen una identidad propia cuya profundización corresponde a la microhistoria, estudio de la historia de las regiones, visión de una geografía particular más que de un panorama general. Lo complejo y vasto del territorio nacional es inaprensible, por lo que esta clase de estudio trastoca experiencias personales, la raíz de los hechos, de los sueños, y hace más abarcable la historia de nuestro país. El estudio de la microhistoria resulta fundamental, pues las particularizaciones que aborda permiten probar el grado de veracidad de pasadas generaciones. La historia detrás de la gente sin historia permite ahondar en la comprensión de los procesos históricos regionales, ya que la identidad de un pueblo surge a partir de los individuos que lo conforman.
Como género independiente, aunque de la mano de la microhistoria, el estudio de la historia de la vida privada es una nueva rama de la historiografía actual que constituye un campo fértil para el investigador. Si bien su labor no concluye hasta haber atado los cabos del devenir de los individuos con su circunstancia histórica y social, en gran parte de las ocasiones su trabajo se complica. Las fuentes consultadas no dejan de ser tan oficiales, ya que a menudo son obtenidas de archivos estatales o judiciales, y con ésto sólo es posible reconstruir la vida privada en un cierto periodo a partir de una perspectiva institucionalizada sobre determinados círculos sociales.
Para documentar correctamente la historia de una región o de la vida privada, el investigador requiere de archivos que no siempre se tienen a la mano. Surge así la necesidad de recopilar cartas, diarios, testimonios, fotografías, listas y recetarios, información que no únicamente se encuentra en los libros, y que, además, constituye la fuente primordial de la microhistoria, de la vida privada, del estudio de las mentalidades y cultura material.
Ahora bien, ¿cómo recuperar estos materiales? Si tomamos en cuenta que en gran parte se trata de documentos conservados en el seno familiar, es de suponerse que corren el riesgo de desaparecer o ser destruidos por los procesos de organización y depuración domésticos. Su conservación en archivos especializados es, por lo tanto, una necesidad para valorarlos como emblema de la memoria regional.
La creación de este tipo de archivos debe verse también como una responsabilidad. La iniciativa deberá surgir en un marco estrictamente regionalizado y habrá de enfatizar la importancia de conservar tales documentos, mismos que deberán ser recopilados de entre cronistas, historiadores, maestros y todas aquellas personas de las que se tenga conocimiento que poseen material de valor histórico. Realizar estas acciones será la clave para que la comunidad se involucre y contribuya al rescate y preservación de la memoria privada. La historia de quienes no tuvieron historia no significa un suceso aislado; en su conjunto podrá dar un panorama más amplio de la realidad que nos precede.
Como género independiente, aunque de la mano de la microhistoria, el estudio de la historia de la vida privada es una nueva rama de la historiografía actual que constituye un campo fértil para el investigador. Si bien su labor no concluye hasta haber atado los cabos del devenir de los individuos con su circunstancia histórica y social, en gran parte de las ocasiones su trabajo se complica. Las fuentes consultadas no dejan de ser tan oficiales, ya que a menudo son obtenidas de archivos estatales o judiciales, y con ésto sólo es posible reconstruir la vida privada en un cierto periodo a partir de una perspectiva institucionalizada sobre determinados círculos sociales.
Para documentar correctamente la historia de una región o de la vida privada, el investigador requiere de archivos que no siempre se tienen a la mano. Surge así la necesidad de recopilar cartas, diarios, testimonios, fotografías, listas y recetarios, información que no únicamente se encuentra en los libros, y que, además, constituye la fuente primordial de la microhistoria, de la vida privada, del estudio de las mentalidades y cultura material.
Ahora bien, ¿cómo recuperar estos materiales? Si tomamos en cuenta que en gran parte se trata de documentos conservados en el seno familiar, es de suponerse que corren el riesgo de desaparecer o ser destruidos por los procesos de organización y depuración domésticos. Su conservación en archivos especializados es, por lo tanto, una necesidad para valorarlos como emblema de la memoria regional.
La creación de este tipo de archivos debe verse también como una responsabilidad. La iniciativa deberá surgir en un marco estrictamente regionalizado y habrá de enfatizar la importancia de conservar tales documentos, mismos que deberán ser recopilados de entre cronistas, historiadores, maestros y todas aquellas personas de las que se tenga conocimiento que poseen material de valor histórico. Realizar estas acciones será la clave para que la comunidad se involucre y contribuya al rescate y preservación de la memoria privada. La historia de quienes no tuvieron historia no significa un suceso aislado; en su conjunto podrá dar un panorama más amplio de la realidad que nos precede.
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Leonardo de la Torre (Jerez, Zac., 1971) Estudió hasta segundo año de Filosofía en el Seminario de la Purísima, de Zacatecas. Historiador autodidacta especializado en Genealogía e Historia Novohispana. Ha sido ponente en distintos estados del país. Actualmente es responsable del Archivo Histórico Municipal de Jerez, Zac.
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