Nacida en la Inglaterra del siglo XIX en el seno de una acaudalada familia, Elizabeth Barret, no obstante haber vivido una infancia privilegiada, mostró desde muy temprana edad un fuerte apego a la literatura. Antes de cumplir diez años había leído ya a los principales exponentes de las letras grecolatinas, así como el Infierno de Dante, todos ellos en sus idiomas originales. En forma casi autodidacta aprendió también hebreo para leer el Antiguo Testamento. Su obra habría de reflejar más tarde éstas y otras influencias, como Paine, Voltaire, Rousseau y Wollstonecraft. Su fuerte identificación intelectual con la literatura griega clásica era sólo equilibrada por una profunda religiosidad a la que ella misma definiría como No la profunda persuasión del apacible cristiano, sino la indomable visión del entusiasta.
Entre sus principales títulos se cuentan El Serafín y otros Poemas, Sonetos del Portugués (dedicado a su esposo, el también poeta Robert Browning), Aurora Leigh, Las Ventanas de la Casa Guidi y Poemas Ante el Congreso. Aquejada desde su infancia por problemas de salud que se vieron agudizados en 1838, renunció a la herencia de su padre para contraer matrimonio con Robert Browning y radicar en Florencia, Italia, donde su obra poética lanzó fuertes cuestionamientos al control austriaco sobre el pueblo italiano, así como la indiferencia política de Inglaterra ante el conflicto. Hasta la fecha se le reconoce no sólo como una notable poeta, sino como una férrea defensora de la libertad intelectual.
The Meaning Of The Look
I think that look of Christ might seem to say —
'Thou Peter ! art thou then a common stone
which I at last must break my heart upon
for all God's charge to his high angels may
guard my foot better ? Did I yesterday
wash thy feet, my beloved, that they should run
quick to deny me 'neath the morning sun ?
And do thy kisses, like the rest, betray ?
The cock crows coldly. —GO, and manifest
a late contrition, but no bootless fear !
For when thy final need is dreariest,
thou shalt not be denied, as I am here;
my voice to God and angels shall attest,
pecause I KNOW this man, let him be clear .'
El Sentido de la Mirada
Creo que la mirada de Cristo pareciera decir —
¡Tú, Pedro! ¿Eres entonces la roca común
sobre la que al final he de aplastar mi corazón,
y así la encomienda de Dios a sus ángeles
sea cuidar mejor mis pasos? ¿Acaso no ayer
lavé tus pies, amado mío, que ahora deben ir
prontos a negarme bajo el sol de la aurora?
¿Y acaso no tus besos, como el resto, me traicionan?
El gallo canta con frialdad. —¡VE, y manifiesta
un arrepentimiento tardío, pero no un miedo descalzo!
Pues cuando tu última necesidad sea la más triste,
no habrás de ser negado, en tanto yo esté aquí;
mi voz a Dios y los ángeles atestará,
porque CONOZCO a este hombre, déjenlo ser en paz.
Versión: Adrián Franco
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Adrián Franco (Cd. de México, 1976) Ingeniero y escritor. Ha publicado poesía y traducción en diversos medios impresos y electrónicos de México, e impartido talleres de creación literaria. Fundador del Grupo Cultural Ouroboros. Es editor de la revista Ágora.
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